PABLO GUILLÉN TUDELA

 


UNA ARROBA 

El otro día en un intento de comprobar todo lo que el tiempo va olvidando, con un poco de ayuda por nuestra parte, me acerqué a una tienda a comprar tres arrobas de patatas viejas y siete de pipas peladas. Me dijeron que no estaban para bromas, que solo conocían y habían estudiado lo de los gramos y todo eso. Luego el guardia jurado me invitó a salir de allí. Hoy todo está lleno de Guardias Jurados. Creo que se podría llenar el Bernabéu y el Nou Camp y probablemente el Calderón, antes de derribarlo, solo de GJ en su día libre.

Y es que todo cambia tanto que en lo esencial no hemos avanzado casi nada. La gente discute por tonterías, se pelea por tonterías y entran en conflicto como si de ello dependiera su vida o algo así. Tanto se ha avanzado que a fecha de hoy 2021 Enero,  hay guerras que decoran de horror y error parte del mapa, guerras que regurgitan como el alimento que algunas aves les proporcionan a sus polluelos. Otras guerras son ya casi como un clásico y así es como pretende funcionar el mundo sin saber el valor de una arroba que en tiempo de hambre, en zonas de conflicto y escasez es primordial hacer acopio de alimentos y dejar eso de los gramos para palacios, políticos, empresarios gordos y calvos o flacos y con pelo y también con cientos de arrobas de riqueza que a sabiendas que no la podrán disfrutar, disfrutan o algo así de que el mundo esté atravesado por un eje, un eje que forma dos mitades y todos sabemos aquello del reparto y así es como funciona todo.

Termina el documental y apago el ordenador y los periféricos. Me siento en el bidé y miro por la ventana corrediza como a lo lejos despunta un bosque dorado de hayales. Le dije al fontanero, al arquitecto y al aparejador que necesitaba un bidé en el linde de la ventana y el balcón. Y así es como uno puede ser también feliz. No ha sido nada fácil porque hay gente que se queja de todo, que si las terrazas son para poner una mesa y sillas. Una sombrilla y lo típico un canario. Así nunca podremos avanzar. Vamos ahora que acaba de empezar el año, a vaciar todos los cajones de etiquetas y vamos a intentar no volverlos a llenar con las mismas de ayer, de hace cien años, de hace tanto tiempo que lo venimos haciendo que no sabemos lo que valen once kilos y medio de patatas nuevas.   

(texto cedido por el autor) 

( © Pablo Guillén Tudela )

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