Ya tengo el inventario de batallas
ganadas y perdidas:
las ganadas,
guardadas bajo llave y en baúles
de cinc, no vaya a ser
que entre sueños las nombre sin querer
y acaso me despierte
el hedor que despiden sus cadáveres;
las perdidas,
de tanto acostumbrarme a su presencia,
las llevo en el bolsillo y me recuerdan
que existo, que estoy vivo,
alguna vez, incluso,
se me cae una lágrima y al cabo
de un tictac de silencios
aparece,
solitaria, una flor.
(Vicente Martín Martín, He aquí que aún me queda el dolor, Ed. Vitruvio, Colección Baños del Carmen, 2007)
ganadas y perdidas:
las ganadas,
guardadas bajo llave y en baúles
de cinc, no vaya a ser
que entre sueños las nombre sin querer
y acaso me despierte
el hedor que despiden sus cadáveres;
las perdidas,
de tanto acostumbrarme a su presencia,
las llevo en el bolsillo y me recuerdan
que existo, que estoy vivo,
alguna vez, incluso,
se me cae una lágrima y al cabo
de un tictac de silencios
aparece,
solitaria, una flor.
(Vicente Martín Martín, He aquí que aún me queda el dolor, Ed. Vitruvio, Colección Baños del Carmen, 2007)
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