LAS PALABRAS Y LAS COSAS
Yo no lo recuerdo
pero mi madre me cargaba
en brazos
cogía entre las suyas
mis dos pequeñas manos
que no eran manos todavía
que eran ruiseñores
mudos y ni eso
que eran cabos sueltos
y me obligaba a tocar
los objetos de la casa
uno a uno.
Me presentaba el mundo,
consciente supongo,
de que el mundo se
conquista con las manos.
Naranja, cuchara, libro,
nariz, hermana,
inaugurando los sonidos
me ofrecía sus
texturas y sus formas,
para que yo ensamblara
mentalmente
las palabras y las cosas,
para que yo tendiera esa
cuerda necesaria
entre vivir y pensar,
para enseñarme en fin…
la piel de las palabras.
Mi madre, al final nunca
lo supo,
logró lo que quería
yo terminé más o
menos
llamando a las naranjas
por su nombre.
Pero aunque el mundo
hasta hoy
me siga pareciendo
incomprensible
y aquella cuerda
se deshaga con la lluvia
lo que de verdad le
agradezco
en noches inflamadas
como ésta
desde aquí
desde el oro azul de sus
palabras
es este afán incorregible
por tocarlo
todo.
(Poema extraído del blog de Miguel Martínez López mis pies de mono)
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