De TODO ME SABE A GINEBRA
Absorto en la más inquietante soledad del frío
recorro las señales,
los nombres de las calles,
el pulso que una mujer le echa
-cargada con bolsas del supermercado-
al viento.
Vigilo las luces de los apartamentos,
las esquinas,
las copas de los árboles
peinadas por el escalofrío
del calendario.
Camino por las huellas de un gato
que parece solo,
feliz,
ajeno a mi mirada furtiva,
dibujando mariposas en la nieve.
Entonces,
ilusionado,
las sigo…
y
llego
a
ti.
(Alfredo Pérez Berciano, Todo me sabe a ginebra, Colección Versos Sueltos, nº 1, Diputación de Salamanca, 2012)
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