A veces te callas sin previo aviso,
enmudeces para repentinamente
dejar de existir,
te asfixias,
igual que se asfixia la melodía
de los diversos seres
que pueblan la Tierra
para anunciar la llegada de un seísmo.
Hablo de esas tardes
en las que el silencio se alimenta
de todo lo que vas callando,
y crece gelatinoso
saboreando, a cada minuto,
el caudal inquietante
de las respuestas que no se dan,
de los pensamientos que no hacen ruido.
De este modo, fronteriza a tu
destierro,
la tarde transcurre sin palabras,
sigilosa y cobarde,
dilapidando la ternura
como una marisma
de la que ya emigraron todos los pájaros.
( José Luis Martínez Clares, Palabras efímeras, Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario