PESADILLAS
2
Vendría el hombre y su filo. Las muchachas lloran: arena contra
el párpado.
El dinero tiene larvas, dientes duros de hematite: el azufre, boca;
no cuerpo: pisada no hay. Ni qué. No es tuyo ese moho. Un lagarto
rasca:
su uña hace cuenca, voz, sacrificio de una que se parte: rebota en sal.
Palabra sacrificio –letras góticas de hiel– quitada a dentelladas.
Rocío negro
de la sangre cuando hay polvo. Piedra definida en faro. Acción similar
a la estrella, el cactus del cielo –punzar la mirada– agave, miniatura
de hidra,
Ikebana de la muerte. Licor nocivo, la duda. El dolor de quien busca
a otra –almendra machacada– bajo arcilla. Arcilla otra, ciudad. Paño
del cielo. Donde hay cielo habría sangre. Nombre donde no. Letras
con tamaño de falange, canino para afilar un hacha, coral de médula, rubí
la muerte siendo tuya, matada de marras. Rostro de mitómano. Mentira
el barro, petróleo, en mixtura. La palabra, lengua que lo toca, amargo
día a día: musgo. Su terciopelo como montura de mosca, porque
te han hecho comer un trozo de espejo. Te rajaron con un hijo.
El vientre
te lo mordió un topo. Un perro se meó encima de ti: maná. Zodiaco
bordado en los ángeles; el afrecho de los cerdos hecho de oro molido
se derramó sobre ti –son balas besándote–; como hachas dulces y
coyotes;
como quien busca migas, imitación de palomas. De ese modo te vieron:
cegada por las águilas que devoran la serpiente. Palomas del desierto
contra la azotea de la catedral. Pero tú sólo ingresas en la nave
del salitre.
Los pilares son huesos. Los vitrales, una nieve salada del todo.
Te metieron entre las nalgas una lata de cerveza. Bebieron los hombres.
El desierto
es un pañuelo. Te llora la llaga de Jesús: ha bebido. Yo he bebido.
Ese corte;
mezcal –bilis y hez su calavera. Vendría el reloj macho con su tic.
El filo
sagrado del vacío. La luna sangrando su agujero. La letra invisible
del rajar.
(Pedro
Montealegre, Animal Escaso, Ediciones Idea, 2010)
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