YA NO HABRÁ AMANECERES VIVOS
Una pequeña y triste historia
(K. Iribarren)
Sentados el uno frente al otro.
Apenas se conocen.
Comen de manera automática.
Beben, para pasar el mal trago.
La conversación fluye como un río
que da al mar, perdiéndose en el infinito.
Nada cala, nada moja.
Están ahí sin saber muy bien qué hacer.
Ambos esperan esa chispa, ese cruce de cables
que hace todo se vuelva voltaico.
Pero no llega,
sienten que ni siquiera hay corriente.
Quizás sea eso,
que hace tiempo que dejaron la esperanza de lado
y ahora sean como carcasas vacías.
Es una pena, y ambos lo saben,
que la persona que tienen enfrente
nunca les hará sentir, de nuevo, aquello.
Se resignan, y lo aceptan.
Y hacen lo que toca,
sin esperar un bonito amanecer a la mañana siguiente.
(Daniel Viñambres, La belleza del fracaso, Ediciones Rilke, 2020)
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