CUBOS DE RUBIK
Son las 10,30 de la mañana y no me gusta nada madrugar. Enciendo el calentador, me preparo un café y le doy una galleta a mi perra Kenia. Me meto en la ducha después de cagar y todo eso. Le cuesta un poco salir al agua caliente, tanto que a menudo te resfrias si te duchas, y si no lo haces las ladillas juegan a ser Robín Hood y asaltan otros castillos y reparten porquería entre la mierda.
De repente llaman a
la puerta, si en efecto a la puerta. Hace casi más de veinte días que cogí el
timbre de la puerta y el timbre de la puerta de la portería y cogí después una
máquina de taladrar y una máquina de esas que prensan coches en un desguace de
coches y cogí los timbres y tuve con ellos una pequeña discusión.
Pero la gente sigue
molestando a todas horas para venderte una jodida pizarra como de las antiguas,
pero sin tiza, te quieren vender helados a pie de puerta, un robot de cocina,
un tenderete inteligente que se orienta por los jodidos rayos del sol y hasta
un compresor para que te puedas construir un puto bunker en caso de guerra
nuclear y toda esa mierda que nos tiene tremendamente jodidos. El caso es que
molestan tanto que no te dejan masturbarte tranquilo, que no te dejan quedar
con dos o tres señoritas para que te expliquen qué tiempo va a hacer mañana o quizás
alguna otra cosa que prefieran tener entre manos y todo eso.
La gente piensa que
soy una persona un poquito anti sistema, y la verdad es que están muy
confundidos. A mí, me gusta tanto el sistema que tengo embolias en pleno centro
del culo cuando me llega el eco de ese conglomerado de mierda disecada del
neolítico.
Pero volviendo al
día de hoy, a la realidad que nos quema y nos abrasa y dibuja gilipollas con
los círculos de humo, no me gusta en absoluto que me interrumpan cuando estoy
en la ducha o cuando me masturbo. En fin, no digo que la gente no se pueda
ganar la vida tocando los timbres y las puertas y vendiendo de todo, menos
moralidad, honestidad, felicidad por no indagar en los buenos usos y costumbres
de la educación más simple que apunta claramente ( no toques los huevos a esas
horas)
Pero supongo que cuando terminas con la ducha lo ves casi todo distinto y hasta le compras dos paquetes de clínex a ese chaval que ves a diario en el semáforo. Las calles de la vida tienen muchas esquinas, ahora también hay rotondas, bulevares y ciudades enteras con anginas, con embarazos no deseados, pero en ese momento deseado y multitud de cubos de rubík que no son nada sencillos de poner de acuerdo con el mismo color.
(Pablo Guillén Tudela, Sombras de luz y niebla, Donbuk Editorial, 2017)
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