Related Posts with Thumbnails

ALEXANDER DRAKE

 


VIAJES DE LARGA DISTANCIA

 

Cuando le haces un comentario a tu compañero de viaje, por muy insignificante que sea lo que digas, siempre corres el riesgo de que el otro se lo tome como una invitación a mantener una charla durante todo el viaje; y una vez que empieza ya no hay forma de escapar: estás condenado durante horas. De modo que la estrategia consiste en no articular palabra y limitar la comunicación a gestos, miradas, gruñidos o como mucho algún que otro monosílabo, pero nada más. Abrir un libro también ayuda, y si tienes auriculares más te vale ponértelos lo antes posible y aislarte por completo. Cualquier cosa antes de tener que aguantar a un imbécil dándote el coñazo. 

 

Primavera de 2010. Tren de alta velocidad, San Sebastián-Barcelona. Fui solo la primera media hora, y luego, en otra de las paradas, entró una mujer en el vagón y se sentó a mi lado en el asiento de ventanilla. Yo siempre pido pasillo cuando compro el billete. No soporto sentirme aprisionado entre la ventana y otro pasajero.

Ella no tardó en preguntarme algo. Yo respondí con cortesía. Volvió a dirigirse a mí, y antes de que pudiera darme cuenta aquella mujer ya se había lanzado.

         —¿Cuántos años tienes?

         —¿Cuántos crees que tengo?

         —No sé…

         —Vamos, prueba… —dije poniendo una sonrisa.

         —29 —respondió tras mirarme detenidamente.

         —Tengo seis más.

         —¿35? —preguntó sorprendida.

         —¿Tienes 35…?

         Asentí con la cabeza.

         —No lo parece… —dijo asombrada.

         —Y si me cortara el pelo y me afeitara la barba parecería más joven todavía.

         —¿Y cuántos crees que tengo yo? —preguntó segura de sí misma y esperando devolverme la sorpresa.

         —Ummm… Cincuenta y algo… No sabría concretar —dije seguro de estar haciéndole un cumplido.

Me miró fijamente durante un par de segundos que parecieron eternos mientras su rostro se resquebrajaba en mil pedazos.

         —Tengo 48… —respondió en voz baja y totalmente humillada.

         No supe qué decir. Si añadía algo quizás empeorara la situación. Ella trató de reponerse y sacó otro tema de conversación como queriendo olvidar mi comentario. Luego empezó a hablar de su trabajo. Después de su marido. Más tarde de un programa de televisión del que se declaraba fan y del cual yo sólo podía sentir asco y vergüenza. En algún momento la charla cambió de rumbo y se volvió algo más filosófica, casi espiritual. Me habló de algunos libros y de un par de autores que ella alababa. A mí, por el contrario, aquellos tipos me parecían subnormales, y su obra, un maldito fraude. Después, en mitad de un intercambio de opiniones, cayó la Bomba H:

         —¡La mayor mentira que nos han colado es la Teoría de la Evolución! ¡Menuda trola!

Tuve que callarme y asentir con la cabeza sin decir ni una sola palabra. Discutir con alguien que pensaba de ese modo me acojonaba por completo. Intenté mantener la compostura mientras esperaba a que sucediera un milagro. A los pocos minutos pusieron una película en los monitores. Estaba salvado. Me apresuré a coger mis cascos y no me los quité hasta llegar a mi destino.


(Alexander Drake, Ignominia, Libros Indie, 2020) 

No hay comentarios: