A NOSOTROS MISMOS
Crucé la barrera de los cincuenta como un avión cruza la barrera del sonido, como un enorme buque llega al fondo del mar por un pequeño agujero de alfiler en el casco, como un formula uno cruzando el patio de butacas de una sala de cine en tres D.
La verdad es que nadie está seguro de que todo esto sea
una mierda y mucho menos en primavera. Hay veces que me ducho todos los días y
ocasiones que no cambio las sabanas hasta que la funda de la almohada se
convierte en parte del cabezal. La ropa, por ejemplo un vaquero ( no un vaquero
de las películas) sino un pantalón vaquero se hace tan cómodo cuando lo llevas
puesto veinte o treinta días que nunca encuentras el momento de meterlo en el
cubo de basura porque a esas alturas lavarlo es completamente imposible. Recuerdo
que una vez lo llevé a una lavandería de esas de las que casi han desaparecido,
dejabas la prenda, pagabas y te daban un ticket con la fecha de recogida. El
vaquero terminó con el cierre del local, o lo que quedaba de él, después del
incendio. Según el informe de los bomberos no del todo igual que el informe
pericial, decía, que la lavadora industrial de más de treinta kilos de ropa,
sufrió un tremendo daño en el eje y eso provocó un cortocircuito que degeneró
en un conato de incendio, pero que al no haber nadie en esas dependencias, el
conato se inflamó y crecieron las llamas como crece la basura en las calles un
fin de semana o en cuatro días de huelga.
La verdad es que tuve la deferencia de no ir con el
ticket a reclamar mis propiedades y ahora busco con cierta prisa otra lavandería,
pero sólo encuentro locales importados de las películas americanas o británicas,
locales con veinte o treinta lavadoras y secadores. Parecen nichos. No sé,
poner tu ropa sucia donde antes otro ha puesto su ropa sucia. Puede que no
quede muy limpia y además me da un poco de asco y eso que no soy escrupuloso ni
aprensivo. Recojo siempre la mierda de mi perro y luego vierto dos partes de
amoniaco y una de legía y además una de friegasuelos olor a pino. Cuando salgo
de casa llevo una mochila con todo eso y una botella de agua con un taper, una
pelota y un cepillo. Todo esto en el apartado Can. Luego en otro bolsillo, de
la mochila, el móvil, el fijo, un plátano, un cuaderno y un bolígrafo, clínex,
dos botes de cerveza de 1.200 cl. un paquete de toallitas de las de ahora, unos
auriculares, El quijote en versión no bolsillo, una manta por si hace frio, y
por supuesto un paraguas, aunque estemos en primavera.
La primavera te da la oportunidad de un día más largo
para hacer lo mismo de antes o no hacer nada como antes. Los días hay que
rellenarlos como se rellenaban hace décadas los partes de trabajo, más de la
mitad te lo inventabas y la otra parte casi no era verdad. Pero el parte diario
de trabajo representaba un control casi exhaustivo de la empresa. Luego vino el
jodido reloj de fichar, con unas cartulinas especiales para fichar. En la parte
de arriba figuraba tu nombre ( puesto a mano por el oficinista) y el resto
siempre era lo mismo, hora de llegada, hora de salida. Era un control sin
apenas control, porque algún compañero podía coger tu cartulina y fichar para
no llegar tarde y luego llegar tarde, no demasiado, sólo después de dejar a los
niños en el cole, ir a la gestoría, al banco con sus colas, a por la tarta del
cumple y las recetas de anginas. Hace tiempo fui al cine, cuando todavía la
gente ( yo) iba al cine. en casa no había ni televisión en blanco y negro. La
fuga de Alcatraz, era la peli, una de las cárceles más seguras en medio del océano.
Nada es demasiado seguro si te juegas la libertad. Y privarte de ella está por
todas partes, florece como si nacieran diez mil erizos por segundo y por
habitante y no es tarea fácil no pincharse y acabar en la planta de neonatos
porque la de quemados, y tú lo estás, aunque sólo sea por dentro, está en
overbooking o la sala está llena, no cabe ni un alfiler, o estoy que reviento
si me como el postre. Como en esa película, El
sentido de la vida y volviendo a cuando se iba al cine porque en
tu casa no había ni antena, ni cadena, ni si me apuras váter. Un hueco con mucho
olor a mierda porque tampoco habían
ambientadores, ni friegasuelos, ni siquiera mochos y fregona ( fregona como
recipiente) de la otra si había, en las casas menos favorecidas, era tu madre o
tu abuela.
Supongo que el mundo de hoy provocó una recesión
incluso una amputación casi total de todo aquello que se estaba quedando
amarillo y con síntomas claros de gangrena.
Y así nos verán en el futuro a nosotros que nos damos
el pego como sociedad híper tecnológica, híper sensible y todo eso.
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