YO
Todos los días ―no se saltaba ni uno―
al acostarme ―fuera la hora que fuera―
llamaba a la puerta dando voces: ⟪¡Ábreme!⟫.
Y yo daba un salto en la cama y en seguida
me escondía en un rincón como un cobarde.
Pero aquella noche no podía más
y le abrí: horror de los horrores, el que
golpeaba con los nudillos era yo.
(Alfonso Aguado Ortuño, Poemas de terror y miedo, Artgerust, 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario