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Mi psique apesta,
todo se descompone,
mi cerebro padece
el síndrome de Diógenes,
¿habrá algo de valor
entre tanta basura?
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El reflejo en el cristal
deforma y transparenta
a todos los que me rodean
en el vagón de tren,
convirtiéndolos en patéticos
seres fantasmales,
con sus tristes miradas
contra el vidrio.
Me pregunto
si sus vidas estarán
tan vacías
como se los ve a ellos.
(Juan Cabezuelo, A nadie le importa que sangren las flores, Editorial SeLeer, 2016)
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