MI MÁQUINA DE ESCRIBIR
Y ahí estaba sentado al borde de la noche viendo la oscuridad mientras llovía. Parecía que era demasiado tarde para empezar de nuevo. Ya hace algún tiempo que me deshice de la infatigable máquina de escribir y la abandoné en la puerta de aquel sucio bar de carretera. Ya hace algún tiempo que no brotan las palabras ensangrentadas de tinta que mojan la hoja de papel y cuentan la vida, cuentan cosas reales de la vida y a veces solo cosas que los demás, por lo general los lectores cuelgan de la etiqueta de la ficción o le colocan la etiqueta de mierda.
Ahora escribo en una pantalla de
ordenador y la papelera la utilizo para otras cosas; a veces permanece semanas
vacía y otras permanece semanas con algo de basura; alguna piel de plátano,
clines pegajosos de mocos, un par o tres de preservativos y hasta latas de
cerveza o mierda de gato.
Ahora gasto mucho menos dinero en
papel, no me refiero al higiénico. Sigo la sana costumbre de costumbre de
limpiarme hasta que el papel ya no aparece manchado. Me refiero al papel folio
que antes con la jodida máquina de escribir no cesaba de sacar del carro,
arrugar la hoja e intentar hacer canasta. La mayor parte de la veces caía fuera
y era capaz de hacer una larga e inmensa alfombra de tachones por todo el suelo
de linóleo del salón.
Y así de alguna manera tonta o sutil te
van metiendo las cosas hasta el fondo del culo, y todo se va convirtiendo en
andrajos podridos de moho y todo lo otro, lo que ellos quieren, se va
convirtiendo en la nueva estructura social que te succiona por dentro y te
conviertes por arte de birlibirloque en un engendro de tecnología que no para
de pedir una y otra vez códigos y contraseñas para que toda tu vida este mucho
más controlada que cuando solo necesitabas una máquina de escribir.
Parece que ya no llueve, las calles que
veo a través de la ventana son como ríos de asfalto por donde navega la soledad
mojada y triste que nunca encuentra el sol a tiempo antes que se convierta en
noche, que nunca se seca porque la tristeza es una excelente compañera de las
lagrimas.
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