TE ESPERARÉ, NENA
Estaba enfermo,
y me levantaba por las noches
a fumar cigarrillos
y a tomar café;
del whisky me olvidaba porque tenía que tomar
pastillas.
Oh, nena, ya no te acordarás de mí.
Tu estudiabas literatura inglesa,
tenías cierto aire trágico en la mirada
y cuatro letras por nombre;
yo era un loco vestido con americana,
con la desgracia inminente
y cuatro copas siempre de más.
Frecuentábamos la plaza de San Justo
y alguna vez nos encontrábamos,
pero cuando yo no estaba con mi amante,
tú te estabas follando a otro
que probablemente fuese mi amigo.
Hablabas de Shakespeare,
yo de Heidegger,
y siempre acabábamos en los bancos
que había en la puerta de un bar de rock and roll.
“Sé que tenemos algo especial”, me decías;
“Te esperaré, nena”, y encendía otro cigarro.
A veces me dicen que preguntas por mí
en la facultad de filosofía,
y que nadie sabe qué contestarte.
Me cuentan que sigues con ese aire trágico en la
mirada,
sin saber
si todavía toco canciones
o si sigo escribiendo poesía.
(Rafael Algaba, La ciudad en llamas, Editorial Luhu, 2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario