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EDUARDO HERVÁS



INSÓLITOS
El insólito arte del intervalo: Eduardo Hervás
Joaquín Piqueras García

Recoger el lenguaje y deshacerlo,
descubrirlo, amasarlo, sanearlo.
“Terapia Nocturna”, Eduardo Hervás

Nada
excepto la muerte
para salvarnos de la muerte

“El canto del llanero solitario”, Leopoldo María Panero


¿Se puede hacer acto de acopio del lenguaje para después deshacerlo, sanearlo, eliminar las impurezas de lo tópico y descubrirlo con nueva luz reveladora, sin las ataduras , sin los lastres de la comunicación práctica? Octavio Paz ya decía que la poesía devolvía al lenguaje su magia primitiva, pero Eduardo Hervás no se conformó con esa liberación y fue más allá en su firme empeño de emprender una revolución lingüística amparada en los “intervalos de la significación” – parafraseando a Túa Blesa (1)- que provocan los significantes ambiguos, fragmentarios, musicales, aparentemente vacíos de su discurso poético.
El poeta valenciano Miguel Eduardo Gómez González, conocido como Eduardo Hervás,“La Bola” – apelativo ganado gracias a su vasta cultura: hablaba como si fuera “la bola del mundo”- nació en 1950 y su más que efímera y atormentada existencia ( murió en 1972, a la edad de 22 años) la consagró, sobre todo en sus últimos años de estudiante de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia, al proyecto de una revolución social y política a través de las vanguardias artísticas. Telqueliano y militante del grupo maoísta Bandera Roja, halló en la Valencia de finales de los sesenta y principios de los setenta el ambiente idóneo para llevar a cabo sus propósitos, que entonces se quiso de libertad: libertad sexual, intelectual y política; pero – tal y como ha constatado Lluis Fernández en su ilustrativa novela al respecto Una prudente distancia (2)- el sida, los suicidios, las anfetaminas, el peso de la política... abocaron a este despliegue de creatividad y de libertades individuales a la autodestrucción. Hervás contó
con las ayudas o las complicidades, entre otros, de Alberto Cardín, de Adolfo Fernández Punzola, de Leopoldo María Panero, y, sobre todo, del poeta y cineasta maldito Antonio Maenza, con el que lo unía, según Panero, una relación que iba más allá de la mera colaboración artística (3).
Eduardo Hervás conoció a Leopoldo María Panero a través de Maenza, y desde entonces sostuvieron una interesante relación epistolar. Los empeños revolucionarios de Eduardo de transformar históricamente la sociedad mediante la vanguardia artística interesaron especialmente al poeta novísimo. De una carta de diciembre de 1971, transcribimos unas líneas que constatan el temperamento teórico-revolucionario que anima al autor valenciano ( en ese momento enclaustrado involuntariamente en el cuartel) y la confianza que éste ha depositado en Leopoldo:

“ querido Leopoldo:

...te envío algunos de los últimos textos que “leen” las “soledades”/ estos poemas pueden dar ya los primeros pasos en la línea de demarcación a trazar (i. e. a luchar) frente a las tres academias. / la idea de manifiesto (política/ poesía) me parece eficaz si está sostenida por una práctica de lenguaje que le sirva de base. Del texto teórico al texto poético no hay metalenguaje sino desplazamiento y condensación del objeto de sus dificultades y recursos...”

En este fragmento epistolar, en el que comprobamos algunas licencias lingüísticas “hervasíes” propias de su poesía ( la utilización de la letra minúscula, libre empleo de los signos de puntuación...), queda patente esa idea de forjar un manifiesto poético / político revolucionario común, que nunca se llevaría a cabo. Los dos poetas siguieron caminos muy diferentes, aunque unidos por el común signo de la autodestrucción: Panero continuó su convulsa vida de maldito, jalonada de escándalos, detenciones, arrestos policíacos, estancias en centros psiquiátricos, drogas, alcohol...; en tanto que el torturado poeta valenciano antes de que se cumpliera un año de esta misiva, decidió abrir la espita del gas y quitarse la vida. Como buen maoísta que era, gustaba de utilizar mucho la pizarra para escribir citas, así que dejó escrito como último testimonio de una vida efímera: “Estuvo bien mientras duró”. A los pocos días, apareció en las librerías su primera obra, Intervalo, no la esperó, el mismo día de su muerte el libro salía de la imprenta. Entre los muchos escritos que dejó Hervás, apareció el texto titulado “Las razones para escribir un libro” (4), en el que también podemos leer las “razones” de su suicidio:
“Lo que yo deseaba ser para otros excluía el serlo para mí y era natural que el uso que yo quería que se hiciera de mí – y sin el cual mi presencia en medio de los otros equivalía a una ausencia- exige que yo muera, es decir, en términos inmediatamente inteligibles que reviente.”
Leopoldo María Panero se refiere en uno de los poemas que conforman “El canto del llanero solitario”, de Teoría (5), en el que aparecen citados Hervás y Maenza a “la muerte/ para salvarnos de la muerte”. ¿Puede la muerte física, extraliteraria, salvar al autor de su muerte literaria, del silencio absoluto? En numerosos casos de la historia literaria la muerte ha contribuido al reconocimiento póstumo y a forjar la leyenda del maldito; pero lo cierto y verdad es que en el caso “Hervás”, al igual que en otros casos de su generación ( entiéndase Haro Ibars, ya estudiado en esta sección en un número anterior (6), Antonio Maenza, Antonio Blanco e incluso Aníbal Núñez, entre otros), la muerte no ha servido como revulsivo para la valoración y promoción de su obra, al menos en su justa medida. Eduardo Hervás publicó en vida algunos poemas en revistas y póstumamente dos breves e intensos libros: el citado Intervalo (1972) – que contenía también Emergencia- y Perfecto fuego (1979), ambos actualmente agotados. Años después, Rafael Ballester Añón recopiló toda su poesía en Obra poética (1994) (4), libro hoy día difícil de conseguir. Además, al contrario de su amigo Panero, Hervás es el gran proscrito de las antologías de la poesía de la época; sólo lo podemos encontrar en una antología autonómica, Última poesía en Valencia – de José L. Falcó y José V. Selma (7)-, en la antología de Hiperión Poetas de los 70 – de Mari Pepa Palomero (8) - y lógicamente no podía faltar en la insólita y polémica antología de Leopoldo M. Panero Última poesía no española (9), cuya selección – y sobre todo los comentarios “críticos” y los criterios de selección del antólogo- encontró varias e indignadas reacciones; por ejemplo, la de Guillermo Carnero en su artículo “No dar pie con bola”(10) rechaza las pontificaciones y excomulgaciones de la caprichosa y aleatoria antología: así se lamenta de la inclusión, entre otros, de Alfredo Costafreda, al que el autor de Dibujo de la muerte califica de “poeta no menor, sino nimio” y cuya presencia se debe a que “dicen que se suicidó, cosa genial para el joven Panero, y que no tiene nada que ver con la literatura”, y añade: “...de lo más reciente sólo bendice al valenciano Eduardo Hervás ( otro suicida, qué casualidad ) y a unos amiguetes suyos de menor valía”. Al margen de la más que discutible estimación de Costafreda, no creemos que sea el suicidio la razón – o al menos no la única- de la inclusión de Hervás en esta compilación – y tal vez tampoco el mismo Carnero lo creyera, al reconocer su valía-, ya que Leopoldo admiraba su poesía , a la que comparaba con la de Góngora, poeta al que el autor de Intervalo veneraba por haber creado un lenguaje específicamente literario. No obstante, no todo lo escrito en esa antología es elogio hacia su joven amigo, también escribe, no sin cierta injusticia - como indica Túa Blesa (1)-, que “se creyó en la obligación de traducir a Góngora al español” y que se fue “a descubrir lo que era la poesía abriendo una tarde el gas”. Tampoco Hervás aparece en los manuales de literatura en los apartados de la última poesía española, así, por ejemplo, ni siquiera es mencionado en la Historia y Crítica de la Literatura Española de Francisco Rico como otros malogrados compañeros coetáneos.
Tampoco aparece en los manuales literarios ( aunque sí en los cinematográficos) la figura del aragonés Antonio Maenza Blasco, cuya estancia en Valencia fue primordial para los designios revolucionarios de Eduardo Hervás. Antonio Maenza (1948-1979), adalid del cine independiente y vanguardista, revolucionario a su manera ( anarcoide, siempre fue refractario a cualquier ideología: los planteamientos marxistas de Hervás, su idea de colectivismo artístico y su vinculación a grupos universitarios siempre encontraron el rechazo y el enfado del cineasta aragonés), poeta, novelista - escribió la novela fragmentaria, experimental y autobiográfica Séptimo medio indisponible (11)-, venía de Zaragoza de rodar la película independiente El lobby contra el cordero(1968) y el contacto y la inestable amistad posterior con el joven inquieto Eduardo Hervás dieron como resultado la película Orfeo filmado en el campo de batalla (1969), trabajo, rodado íntegramente en Valencia y basado en textos en su mayoría atribuibles a Hervás, que recrea el mito heleno para hacer un manifiesto contra la burguesía franquista. Cine revolucionario y vanguardista que le sirvió a Maenza de trampolín para seguir su carrera, tras dejar atrás algunas asperezas en asuntos de estética y autoría con el autor valenciano, en Barcelona. Allí entrará en contacto con la vanguardia catalana y empezaría a rodar el largometraje inacabado Hortensia/Béance, con Enma Cohen. Tras la muerte de Hervás y su aventura catalana, Maenza entró con el servicio militar en una etapa puramente destructiva: maltratos, crisis personales, internamientos psiquiátricos, toxicomanías varias, todo un infierno del que sólo encontraría salida a través de una ventana. Se dijo que fue un intento de suicidio, se dijo que había sido un intento de asesinato; lo cierto y verdad es que falleció dos días después en el hospital Miguel Servet (Zaragoza). Murió a los 31 años, pero su actividad creadora se había truncado prácticamente a los 25 años (12).
Vidas fragmentarias, pero intensas, como sus obras; llenas de intervalos, de silencios o compases de espera entre explosiones vitales/verbales, para arribar al último intervalo, que resulta ser la pausa final. El arte del intervalo – nombre de la primera obra de Hervás- constituye un rasgo estilístico que define la poesía del autor valenciano: como indica Túa Blesa(1), en su poesía “el discurrir de la escritura parece que sufre un colapso, que titubea, que tropieza, que avanza sin avanzar, deteniéndose en el significante que se reitera y que significa entonces el intervalo, que se abre abismal en el fluir de la palabra..., punto de suspensión en el que el discurso queda como en estasis”. La estasis significativa la consigue el poeta con todo un despliegue de recursos de todos los niveles lingüísticos, pero que inciden particularmente en lo fónico: aliteraciones, rimas internas, juegos fónicos, paradojas, juegos de palabras, paranomasias: “su peso en posos/ esposan”, “sus gestos y sus gastos”, “las lunas alunantes”, “cruenta corriente”, “arañazo de araña”, etc. Como buen revolucionario, Hervás deconstruye y sanea la realidad /el lenguaje para construir y crear una realidad nueva, un nuevo lenguaje musical, deliberadamente propio ( como hiciera siglos atrás su admirado Góngora), que podríamos llamar “hervasí”, en el que lo importante es la cadencia fónico-musical dispuesta libremente y los intervalos de la significación que sus reiterativas notas (significantes) suscitan. A veces incluso– como también ha señalado Túa Blesa (13)-, la “lengua nueva” de Hervás se compone de simples significantes (“Calmano, cáreos...”) sin referente, de “pseudosignos” o “signos sin signos”, fragmentos de lenguaje que o bien adquieren sentido en el conjunto del poema, o bien devienen intervalos de vacío que son reiteradamente nombrados hasta producir reflexiones sin reflexión alguna, “lenguas sin lenguas/ que nos sumen en simas saturadas de lenguaje” (1).
La lectura del discurso poético de Eduardo Hervás es difícil, su poesía oscila entre la saturación semántica y los intervalos del silencio; Hervás traspasa, sanea el discurso lingüístico, explora y explota sus recovecos, el “trabajo de los huecos”, para crear su original discurso nuevo, en el que el tamaño y el alcance de los intervalos importan tal vez más que las partes musicales.

BIBLIOGRAFÍA

(1) Túa Blesa: “Intervalos de la significación: la lengua sin lengua de Eduardo Hervás”, en Cuadernos del Lazarillo, 22, enero-julio 2002.
Túa Blesa: Tránsitos. Escritos sobre poesía. Valencia, Tirant lo Blanch, 2004.
(2) Lluis Fernández: Una prudente distancia, Madrid, Espasa, 1998.
(3) J. Benito Fernández: El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, Barcelona, Tusquets, 1999.
(4) Eduardo Hervás: Obra poética, Valencia, Edicions Alfons El magnànim, 1994.
(5) Leopoldo María Panero: Teoría, Barcelona, Lumen, 1973.
Leopoldo María Panero: Poesía completa (1970-2000), Túa Blesa ed. (pp. 83-111), Madrid, Cátedra, 2001.
(6) Joaquín Piqueras García: “La soledad de un vampiro llamado Haro Ibars”, en Ágora, nº 8, primavera-verano, 2005.
(7) Última poesía en Valencia (1970-1983). Estudio y antología, José L. Falco y José V. Selma ed., Valencia, C.S.I.C., 1985.
(8) Poetas de los 70: antología de poesía española contemporánea, Mari Pepa Palomero Álvarez-Claro ed., Madrid, Hiperión S. L., 1987.
(9) “Última poesía no española”, Leopoldo M. Panero ed., en Poesía, nº 4, junio 1979.
(10) Guillermo Carnero: “No dar pie con bola”, en “Sábado literario”, suplemento del diario Pueblo, enero 1980.
(11) Antonio Maenza Blasco: Séptimo medio disponible, Zaragoza, Mira Editores S. A., 1997.
(12) Pablo Pérez y Javier Hernández: Maenza filmando el campo de batalla, Gobierno de Aragón, 1997.
(13) Túa Blesa: Logofagias. Los trazos del silencio, Zaragoza, Trópica, Anexos de Tropelías, 1998.

SUICIDAS EN LEGÍTIMA DEFENSA



ESCRITORES SUICIDAS













"El propio suicidio es un acto extraordinario. Así como llevamos la muerte en nosotros, llevamos también el suicidio. El del suicidio es un pensamiento que ayuda a vivir. Esa es mi teoría. Me disculpo por citarme, pero creo que debo hacerlo. He dicho que sin la idea del suicidio me hubiera matado siempre. ¿Qué quería decir? Que la vida es soportable tan solo con la idea de que podemos abandonarla cuando queramos. Depende de nuestra voluntad. Ese pensamiento, en lugar de ser desvitalizador, es un pensamiento exaltante. En el fondo nos vemos arrojados a este mundo sin saber por qué. No hay razón alguna para que estemos aquí. No tiene sentido. Pero la idea de que podemos triunfar sobre la vida, de que la tenemos en nuestras manos, de que podemos abandonar el espectáculo cuando queramos es una idea exaltante...."E. M. Cioran


1. Thomas Chatterton se envenenó con arsénico en una buhardilla de Londres el 25 de agosto de 1770:Existir es no estar / pero que alguien te nombre...
2. Karoline Günderode se clava un cuchillo en el corazón y se lanza al Rhin el 26 de julio de 1806:Derrota a tu naufragio y olvida ya esta nave que ni pecio será con unos años.
3. Heinrich von Kleist se dispara un tiro en la boca después de disparar sobre su compañera Henriette el 21 de noviembre de 1811, junto al lago Wannsee: Sonríe mientras el arma apunta / tus últimas ideas en su pólvora...Y espérame un minuto antes de irte.
4. Charlotte Stieglitz (1834), joven sensible cultivadora de las bellas artes, se clavó un puñal en el pecho, el 18 de diciembre, para no estorbar la creatividad de su esposo, el poeta melancólico Heinrich Stieglitz: Juntos padecimos una pena… Te irá mejor ahora… Nos volveremos a encontrar, más libres… Saluda a todos los que amé… Hasta siempre jamás, tu Charlotte.
5. Thomas Lowel Beddoes, después de haber perdido una pierna en un intento de suicidio previo, muere por ingestión de veneno el 26 de enero de 1849 en Basilea: Y si el tiempo final se demorase / Liba este amargo arsénico que te pongo en el vaso.
6. Gérard de Nerval aparece muerto en la nieve de París el 26 de enero de 1855: Ahorcarse con el sombrero puesto / es burlar a la muerte de dos formas... / lo mismo un día de estos / le hago un quiebro.
7. Antero de Quental muere de dos disparos. Su mano apretó el gatillo en Punta Delgada el 11 de septiembre de 1891: ¿Cómo querrá la muerte mi alma / si está muerta?/ ¿No es el alma el botín?.../ ¡si yo no tengo!.
8. José Asunción Silva se dispara un tiro en el pecho sobre el que hizo dibujar un corazón a su médico el 14 de mayo de 1896 en Bogotá: No soy buen tirador / usted me entiende.
9. Ángel Ganivet se lanza dos veces al río Duina; la primera lo sacan del agua. En Riga el 29 de noviembre de 1898: No la horca, el arsénico ni el tiro / jamás la bala... nunca el aparejo / prefiero un trago amargo e infinito.
10. Wolf von Kalckreuth se dispara una bala en la sien junto a su cama. En Cannstadt, el 9 de octubre de 1906: A cambio de la herida de tu sien / recibe esta elegía / que me pondrá el laurel de tu epitafio.
11. Periclís Yanópulos monta un caballo a galope hacia el mar, y cuando ya no puede avanzar más se dispara un tiro con su revolver. En las cercanías de Eleusis el 10 de abril de 1910: Es Itaca / y no duele.
12. Peiu Yavórov ingiere veneno y se pega un tiro en la cabeza. En Sofía, el 16 de octubre de 1914: Ya no puedo arder más en esta llama / Nada puede volver /¿Qué hacer entonces?.
13. Georg Trakl se administra una dosis de cocaína que le produce la muerte. En Grdek, el 3 de noviembre de 1914: No he vivido, y lo sé.../ Tan sólo he muerto.
14. Mario de Sá Carneiro toma estricnina en París, el 26 de abril de 1916: Pero el cuerpo que posa, el que me mira / El que envejece al lado de mis cosas... / Ese tipo no es yo, no le conozco.
15. Arthur Cravan desaparece una noche en la Bahía de México, el año 1919: ...Y un barco con el que hundirte / en la bahía de Méjico / mientras el mar se pierde en el mar.
16. Sergei Esenin se ahorca en el hotel Angleterre después de escribir unos versos con su sangre. En Leningrado, el 28 de diciembre de 1925: Otra vez el espejo... / ¿Para qué quiero conciencia?.
17. Paco López Merino se dispara un tiro en la sien en el retrete de un café de la ciudad de La Plata, el 22 de mayo de 1928: Esta hora es perfecta / para el último hálito.
18. Costas Cariotakis intenta ahogarse en el Mediterráneo, y, al no conseguirlo, se ducha y se arregla para dispararse un tiro en el corazón bajo un eucaliptus. En Prévesa el 21 de julio de 1928: ¿Cómo será la nada del abismo? / ¿Cómo será la muerte?.
19. Jacques Rigaut funda la “Agencia General del Suicidio”, y se dispara un tiro en el corazón, en París, el 5 de noviembre de 1929: La autodestrucción como acto de fe... / Como negocio, en fin, seguro y cierto./ Se admiten asociados... / O accionistas solventes sin escrúpulos.
20. Vladimir Maiakovski se dispara un tiro en Moscú el 14 de abril de 1930: Muero de libertad / mientras el mundo es un incendio.
21. Ramos Sucre muere tras cuarto días de agonía por haber ingerido barbitúricos el día que cumple cuarenta años. En Ginebra el 13 de junio de 1930: ...y esta soledad única, indescifrable y nítida de segundos eternos / que reclama descanso, aunque sea final.
22. Florbela Espanca muere por una sobredosis de veronal en Matozinhos, el 8 de diciembre de 1930:Morir no es fácil, no / pero es lo más correcto.
23. Vachel Lindsay ingiere un desinfectante doméstico en Soringfield el 5 de diciembre de 1931:¿No hay ni siquiera un veneno accesible que llevarme a la boca?.
24. Hart Crane se arroja al Atlántico desde la cubierta del buque Orizaba en el Golfo de Mexico, el 27 de abril de 1932: En la borda, el sabor a salitre / me llama a ser océano. / Valoro la distancia / y alzo el vuelo.
25. Sara Teasdale ingiere una sobredosis de barbitúricos y muere en Nueva York el 29 de enero de 1932:Mis piernas no responden, / y no he amado aún... / Tan sólo fuí palabras en un mundo de gestos.
26. Raymond Roussel es encontrado muerto en un hotel de Palermo el 14 de julio de 1933: Cerciórese sin miedo de que ya no respiro... / Y, luego, entréguele esta carta a mi albacea./ Le nombro mi heredero, como ve. / Y olvídeme después / igual que lo ha hecho el mundo.
27. René Crevel abre la espita del gas y se deja morir en París el 18 de junio de 1935: ...y esta llave de gas que contiene la muerte / en sólo un giro…
28. Attila József se tira al tren en las cercanías de Balatonszárszó el 3 de diciembre de 1937: Y no lloréis por mi./ Sólo pago mi deuda.
29. Leopoldo Lugones quema sus libros y muere por ingestión de cicuta en la Isla del Tigre el 18 de febrero de 1938: Purifícate en la llama naranja / y hazte ceniza en el rito de Stromboli. / ¡Que bien ardes!, amigo.
30. Alfonsina Storni se interna despacio en las aguas del Atlántico en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938: ...mirándome sin vista, / recordando desnuda / el hecho doloroso que nos muerde.
31. Antonia Pozzi ingiere una sobredosis de fármacos en su casa de Milán el 3 de diciembre de 1938: Una mujer en prosa soy ya... / Se acabó el rito.
32. Marina Tsvetaeva se ahorca en Elábuga el 31 de agosto de 1941: En el Este también la soledad lo es todo.
33. Cesare Pavese ingiere dieciséis envases de somnífero y muere en Turín el 27 de agosto de 1950: Sólo pide la muerte / urgente y necesaria / para dejar de ser / la peste de si mismo.
34. Tor Jonsson se ahorca en Oslo el 14 de enero de 1951: ¿Para qué escribir más / de todo lo que existe / si los ojos conforman / siempre un mejor poema?.
35. Jean Pierre Duprey fue hallado sin vida en su taller de París el 2 de octubre de 1959: Así quise ser yo, así./ Y orinarme en los símbolos del mundo.
36. Carlos Obregón ingiere una sobredosis de barbitúricos en Madrid, el 1 de enero de 1963: ...se averigua un sonido de sirenas / que ya no señalan la herida, / no la cantan, / porque la muerte es todo.
37. Sylvia Plath abre la llave del gas y mete la cabeza en el horno. En Londrés el 11 de febrero de 1963:Hoy quiero hablar contigo / hasta que llegue el alba / y se hagan memoria mis palabras.
38. Tomás González, el día de su vigesimosexto cumpleaños (Diciembre de 1966), tras regalarle a su madre flores y un poema, abrió la ventana y se arrojo al vacío: Madre, también yo quisiera ser mujer. / …para sentir en mi interior / la necedad terrible de haber traído al mundo a esta bestia maldita, / y perdonarte, madre.
39. Violeta Parra, cantora, poeta, compositora, pintora, hija y hermana de poetas… muere el 5 de febrero de 1967, en Carpa de la Reina, a los cincuenta años: Gracias a la vida / que me ha dado tanto…
40. José Mª Arguedas se dispara un tiro en Lima el 2 de diciembre de 1969: No convienen los versos / que nos muestran las vísceras azuleando al sol.
41. Paul Celan se arroja a las aguas del Sena a su paso por París el 30 de abril de 1970: No sirve de nada ya que no sea / morir ahogado en la clepsidra./ Quizás el Sena.
42. John Berryman salta desde un puente a las aguas del Misissippi en Mineapolis el 7 de enero de 1972:Yo he visto a los hombres / caminar fuera de sí / no siendo hombres,/ pero sombras tampoco.
43. Gabriel Ferrater toma barbitúricos y se ata una bolsa de plástico en la cabeza, en Sant Cugat, el 27 de abril de 1972: Te vas a trompicones / amputándome. / Te me ajas sin más.../ y yo mirando.
44. Alejandra Pizarnik muere por una sobredosis de barbitúricos en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1972: Podad mi cuerpo cada primavera, / y que crezcan con fuerzas renovadas, / en su tumba, mis esquejes.
45. Jon Mirande, la noche de Navidad de 1972, ingiere una sobredosis de barbitúricos en París: Morir matando / no puede ser suicidio.
46. Alfonso Costafreda es hallado sin vida en el pasillo de su casa en Ginebra, el 4 de abril de 1974:Los latidos contados / de mi corazón se desbocan / buscando el cero.
47. Jaime Torres Bodet asolado por el cáncer, pone fin a su vida con un disparo. En México, el 13 de mayo de 1974: Un algo celular me crece adentro / que me hace pensar / más en mi mismo.
48. Anne Sexton enciende el motor del coche en el garaje y muere por inhalación de anhídrido carbónico. En Weston, el 4 de octubre de 1974: ...y un poco de este anhídrido carbónico / que bien dosificado te hace dormir tranquila para no despertar de nuevo / al tedio de los días.
49. Héctor Murena muere rodeado de cajas de vino en el cuarto de baño de su casa de Buenos Aires, el 5 de mayo de 1975: Déjate al aspaviento de sus órbitas / abandona tu piel a su mandato.
50. Jens Bjorneboe anuncia su suicidio en un programa de televisión y muere luego ahorcado en Veierland el 9 de mayo de 1976: Suspenderse un instante y dormir. / Dejar de ser el cadáver diario / y ser el muerto.
51. Luis Hernández se deja atropellar por el metro de Buenos Aires, el 3 de octubre de 1977: Matar a Dios / quizás sea el mejor de los suicidios.
52. Justo Alejo se suscribe a la revista Clarín y se arroja al vacío desde el edificio del Ministerio del Aire en Madrid, el 11 de enero de 1979: Sólo una cosa quiero / antes de ver el fín:/ y es recibir Clarín / en mi tumba espartana...
53. Alexis Traianós conecta una manguera desde el tubo de escape al interior de su automóvil y fallece por asfixia. En Capandriti, el 7 de mayo de 1980: Todos los muertos soy yo./ Todos.
54. Enrico Freire, murió en Granada, el 14 de octubre de 1980. Dejó abierto el gas y encendió la vela que siempre usaba para “inspirarse” y escribir su último poema, titulado “explosión”: Antes del grito, tardo 44 años, 3 meses y un día en encontrar la salida.
55. Severino Tormes, estrelló su coche contra un árbol camino de Tordesillas, el 15 de noviembre de 1980: 15 de noviembre: Tengo la sensación de haber vivido absolutamente en vano. ¿De qué me han servido los libros, la música, el amor, la poesía?. Una amarga carcajada contra un árbol y otra eterna en el infierno.
56. Paula Sinos (Baracaldo 1950-Portugalete 1981): El maquinista del trén dijo: “Vi un bulto a lo lejos… creí que era un perro… Frené pero era tarde… jamás olvidaré su rostro…”: Siempre puedes pensar que fue el trén / el que se arrojó a ti.
57. Fabrice Graveraux se corta las venas delante de sus amigos en Viareggio, el 8 de enero de 1982: En la lente el disparo, / en la vena el cuchillo. / Es la fiebre. / Es París.
58. León Artigas, el 14 de febrero de 1984, se introdujo el cañón de una pistola entre los diente y disparó. Sucedió en Badajoz: Imploraré tan sólo un destello / cegador de lucidez / para devolverle a Dios / un cadáver de lujo.
59. Beppe Salvia se lanza al vacío desde su casa de Roma, en marzo de 1985: ¿De que sirve perdurar con parámetros / de supervivencia, intentando pasar cada día sin saltar al vacío,...? / Mira los ojos de tu hija / y despídete con un beso.
60. José A. Acillona, murió desangrado en el psiquiátrico de Oña, en mayo de 1990, tras rebanarse el cuello con una lata de conservas: Hace mucho tiempo que te espero. Tú eres mi salvador. Tú eres el justiciero que me volará la nuca. ¡Dispara ya, cabrón!.
61. Alina Reyes se embarcó para siempre en la nave-bañera de un hotel con las venas cortadas, el 14 de noviembre de 1991, en Madrid: “Qué extraño… La luz está aparada y sin embargo juraría que la acabo de encender. Por lo menos, mañana la doncella no tendrá que hacer la cama”.
62. José Ignacio Fuentes, murió colgado de su cinturón en la cárcel de Basauri, el 14 de octubre de 1991, dos años después de degollar a su esposa: No tengo más que hacer que fumar hasta la muerte. / Yo fumo y sueño. / Quién sabe si algún día veré un río / o la garra piadosa de una soga.
63. Nicolás Arnero (Segovia, 1950) se ahorcó el 20 de enero de 1991 dejando subrayada una frase en un libro de Pavese: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.”: Intuyo la cobarde humillación / de substraerme al suicidio.
64. Víctor Ramos, falleció desangrado por autocastración en la cárcel de Nanclares de Oca, el 10 de octubre de 1995: De queroseno puro, / antes de que florezca la rareza, / rociar la realidad.
65. Wenceslao Rodriguez, Madrid 1970, Sevilla 1997, colgado de una viga de la pensión El Guaraní: …a la luz de un flexo en el desván, / introdujo entre sus labios el cañón de una pistola / e imaginó el fragor de una sonrisa / ante los pies descalzos de la soledad.
66. Marithelma Nostra, Brasil, murió por una sobredosis barbitúricos en un hotel de Madrid (1999.):¿Sabes?... He observado que hay personas que recurren a un segundo lenguaje para expresar lo que verdaderamente sienten. (…) Estas personas casi nunca saben lo que quieren, casi nunca saben lo que esperan y casi siempre se suicidan.
67. José Agustín Goytisolo posiblemente se suicidó el 19 de marzo de 1999 arrojándose al vacío desde el balcón de su casa: …una tristísima ceniza / que caía y caía sobre la tierra, / y sigue cayendo en mi memoria, / en mi pecho, / en las hojas del papel en que escribo.

Otros:
Bierce, Ambrose (1842-1914).• Roorda, Henri (1870-1925).• Akotagawa, Ryonosuke (1892-1927).• Howard, Robert Ervin (1906-1936).• Hrabal, Bohumil (1914-2000).• Criscuolo, Luis (1946-1997).• Rosselli, Amelia (1930-1996).• Cesar, Ana Cristina (1952-1983).• Fierro, Humberto Quito 1840-1929.• Silva, Medardo Angel (1848-1919).• Carranza, Maria Mercedes (1945-2003).• Rokha, Pablo de (1894-1968).• Lira, Rodrigo (1941-1981).• Boye, Karin (1900-1941).• Rabearivelo, Jean-Joseph (1901-1937).• Parker, Dorothy (1893-1967).• Ledesma Vasquez, David (1934-1961).

Manuel Acuña (1849-1873), murió a los 24 años por ingesta de cianuro de potasio... fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl. El cadáver del escritor, de cuyos cerrados ojos, se dice, estuvieron brotando lágrimas según él mismo lo había anticipado:"como deben llorar en la última horalos inmóviles párpados de un muerto".

Otra nómina de suicidas:Acuña, Manuel (México, 1849-1873); Adamov, Arthur, nacido en Rusia en 1908 y muerto en Francia en 1970; Águila, Pablo del: Nacido y muerto en Granada (1946-1968); Ajmátova, Ana: Nacida y muerta en Rusia; Akutagawa, Ryûnosuke, (1892-1927), nacido y muerto en Japón; Aleramo, Sibilla (pseudónimo de Rina Faccio, 1876-1960), nacida y muerta en Italia; Améry, Jean, (1912-1978), nacido y muerto en Austria; Aragon, Louis (1897-1972): nacido y muerto en París; Arenas, Reynaldo (1943-1990), nacido en Cuba y muerto en USA. Arguedas, José María (1911-1969), nacido y muerto en Perú. Artaud, Antonin (1895-1948): nacido y muerto en Francia. Babel, Issak (1894-1941), nacido y muerto en la Unión Soviética. Benjamin, Walter (1892-1940), nacido en Alemania y muerto en Portbou, Girona. Berryman, John (1914-1972): nacido y muerto en USA; Biest, Alain van der, nacido en Bélgica en 1944, y muerto en 2002. Bjorneboe, Jens: (1920-1976), nacido y muerto en Noruega. Carvan, Laura; Casariego Córdoba, Pedro (1955-1993): nacido y muerto en Madrid, España. Casey, Calvert, nacido en Cuba (1924) y muerto en Roma en 1969. Castelo Branco, Camilo (1825-1890), nacido y muerto en Portugal. Celan, Paul (1930-1970), nacido en Rumania y muerto en Francia. Cesarano, Giorgio (1928-1975). Chatterton, Thomas: Nacido en Bristol, 1752; muerto en Londres, 1770; Costafreda, Alfonso (1926-1974); nacido y muerto en España. Crane, Hart (1899-1932), nacido y muerto en USA. Cravan, Arthur (1887-1920), nacido en Francia y muerto en México. Crevel, René (1898-1935), nacido y muerto en Francia. Cuesta, Jorge (1903-1942): Nacido y muerto en México. Curtis Ian (1956-1980), nacido y muerto en Inglaterra. Dagerman, Stig (1923-1954), nacido y muerto en Suecia. Dazai, Osamu (1909-1949), nacido y muerto en Japón. Debord, Guy (1932-1994), nacido y muerto en Francia. Deleuze, Gilles (1925-1995), nacido y muerto en Francia. Dick, Phillip K. (1928-1982), nacido y muerto en USA. Drieu La Rochelle, Pierre (1893-1945), nacido y muerto en Francia. Duprey, Jean-Pierre (1930-1959), nacido y muerto en Francia. Egea, Javier (1952-1999): Nacido y muerto en España; Esenin, Sergei: nacido en Konstantinov, 1895, y muerto en Leningrado, 1925; Espanca, Florbela (1895-1930), nacida y muerta en Portugal. Fassbinder, Rainer Weiner (1946-1982), nacido y muerto en Alemania. Redern, Paul (1871-1950), nacido en Austria y muerto en USA. Ferrater Soler, Gabriel (1922-1972), nacido y muerto en España. Forrest Thompson, Verónica: Nacida y muerta (1975) en Inglaterra; Forrestal, James (1982-1949), nacido y muerto en USA. Galvao, Patricia (1910-1962), nacida y muerta en Brasil. Ganivet, Angel: Nacido en Granada, 1865, y muerto en Riga, 1898. García Sierra, Antonio. Gary, Romain (1914-1980), nacido en Rusia y muerto en Francia. Gilman, Charlotte (1860-1935), nacida y muerta en USA. Gogu, Katherina: Nacida y muerta (1993) en Grecia. Gómez Jattin, Raúl (Cartagena de Indias, Colombia, 1945-1977). Graciotti, Mario (1901-1993, nacido y muerto en Brasil. Graveraux, Fabrice: (1951-1982). Nacido y muerto en Francia; Günderode, Karoline von (1780-1806): Nacida y muerta en Alemania. Halcón, Manuel (1903-1989): nacido y muerto en España. Haliwell, Kenneth: (1926-1967), nacido y muerto en Inglaterra. Hemingway, Ernst (1898-1961), nacido y muerto en USA. Hernández Camarero, Luis: Nacido en Perú, 1941, y muerto en Buenos Aires en 1977. Hervás, Eduardo (-1976): Nacido y muerto en España. Inge, William (1913-1973), nacido y muerto en USA. Jarrell, Randall: Nacido y muerto en USA; Jonsson, Tor: Nacido (1916) y muerto (1951) en Noruega; József, Attila (1905, 1937): Nacido y muerto en Rumanía; Karyotakis, Kostas: Nacido y muerto en Grecia (1896-1928). Kawabata, Yasunari (1899-1972), nacido y muerto en Japón. Kees, Weldon (1914- presumiblemente el 18/7/1955), nacido y muerto en USA. Kennedy Toole, John. Kiš, Danilo (Subotica, 1935 - París, 1989). Kleist, Heinrich von (1777-1811), nacido y muerto en Alemania. Kofman, Sarah (1934-1994) Nacida en Polonia y muerta en Francia. Koestler, Arthur (1905-1983), nacido en Hungría y muerto en Inglaterra. Kosinski, Jerzy (1933-1991), nacido en Polonia y muerto en USA. Lafargue, Paul (1842-1911), nacido en Cuba y muerto en Francia. Lapathiotis, Napoleón: Nacido y muerto (1944) en Grecia. Laranjerira, Manuel (1877-1912), nacido y muerto en Portugal. Larra, Mariano José de (1809-1837), nacido y muerto en España. Lequier, Jules (1814,1962), nacido y muerto en Francia. Levi, Primo (1919-1987), nacido y muerto en Italia. Lindsay, Vachel (1879-1931), nacido y muerto en USA. London, Jack (1876-1916), nacido y muerto en USA. López Merino, Francisco (1904-1928): Nacido y muerto en Buenos Aires. Lowry, Malcolm (1909-1957), nacido y muerto en Inglaterra. Lucentini, Franco (1920-2002), nacido y muerto en Italia. Lugones, Leopoldo (1874-1938), nacido y muerto en Argentina. Mandiargues, Pieyre de: Nacido y muerto en Francia (1909-1991). Mann, Klaus (1906-1949), nacido en Alemania y muerto en Francia. Márai, Sandor (1900-1989), nacido en Hungría y muerto en USA. Maupassant, Guy de (1850-1893), nacido y muerto en Francia. Mayakovsky, Vladimir (1893-1930), nacido y muerto en Rusia. Mirande, Jon: Nacido y muerto en París, 1925-1972. Mishima, Yukio (1925-1970), nacido y muerto en Japón. Montherlant, Henry de (1896-1972), nacido y muerto en Francia. Murena, Héctor (1923-1975): Nacido y muerto en Buenos Aires. Nava, Pedro (1903-1984), nacido y muerto en Brasil. Novo, Salvador: Nacido y muerto en México; Obregón, Carlos: Bogotá, 1929- Madrid, 1963. Pavese, Cesare (m. 1950), nacido y muerto en Italia. Pérez Creus, Juan; Plath, Sylvia (1932-1963), nacida y muerta en USA. Polydouri, María (1902-1930), nacida y muerta en Grecia. Potocki, Jan: Polonia (1761-1815). Pozzi, Antonia: Nacida y muerta en Milán, Italia, 1912-1938; Ramos Sucre, José Antonio: Nacido en Cumaná, Venezuela, 1890, muerto en Ginebra, 1930; Roethke, Theodore: Nacido y muerto en USA; Roussel, Raymond: País, 1877, Palermo, 1933; Safo, siglo V a.C.; nacida y muerta en Lesbos, Grecia. Salgari, Emilio: Verona, 1862, muerto en Turín, 1911. Salvia, Beppe: Potenza, 1954- Roma, 1985; Antonio Rotundo, Roma, 1987; Sarréra, Danielle: (1932-1949): Nacido y muerto en Francia. Sexton, Anne (1928-1974), nacida y muerta en USA. Silberer, Herbert. Silva, José Asunción: Nacido (1865) y muerto (1896) en Bogotá, Colombia; Sola González, Alfonso: Nacido y muerto en Argentina; Szondi, Peter (1929-1971), nacido en Budapest y muerto en Berlín; Teasdale, Sara: Saint Louis, 1884, Nueva York, 1933; Thompson, Hunter S. (USA, 1938-2005) Torres Bodet, Jaime: (1902-1974). Nacido y muerto en México; Traianós, Alexis: Nacido (1944) y muerto (1980) en Grecia. Tsvietáieva, Marina (1892-1941), nacida en Moscú y muerta en Yelabuga, Rusia. Woolf, Virginia (1882-1941), nacida y muerta en Inglaterra. Yanópoulos, Periclis: Nacido en Patras, 1870, muerto en Eleusis, 1910; Yavórov, Peiu, búlgaro (1878, 1914). Zenón (Cition, Chipre, aprox. 336 – Atenas, aprox. 264). Zürn, Unica (Berlín, 1916 – París, 1970).

JOSÉ LUIS PARRA

José Luis Parra: La pérdida del reino
Valencia, Edicions de la Guerra & Café Malvarrosa, 1997.

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UN POETA MALDITO
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La mejor definición que se podría realizar sobre José Luis Parra, y soy reacio a cualquier encasillamiento, es la de un poeta maldito. Bajo este perfil, Parra tiene todavía que soportar la publicación de sus libros en una minoritaria, aunque valiosa editorial, que pone todo su empeño en romper los cauces habituales de edición, pero que, en solitario y sin apoyos oficiales, se enfrenta a las numerosas dificultades que el problemático mercado plantea.
José Luis Parra nació en Madrid en 1944, aunque ha pasado casi toda su vida en Valencia, ciudad donde se enmarcan la mayoría de sus poemas. No sería hasta 1989 cuando Parra publica su primer poemario Más lisonjero me vi, obra calificada de iniciación por su propio editor. En 1994 publica Un hacha para el hielo y en 1996 aparece Del otro lado de la cumbre, a mi juicio su mejor obra hasta el momento, en la cual ya se entreven las principales directrices de su libro más reciente: el paso del tiempo, visto con una mirada de desengaño ante la vida, y la presencia de la muerte de la madre, clave esencial para entender el sentido de la poética de Parra y el impulso vital que dirige la mano del autor. Para Parra, el hombre es un ser insuficiente, socavado por los males de la sociedad: el alcohol, el desamor y la pérdida de la esperanza que coincide con el decaimiento de una juventud ya definitivamente desvanecida.
La pérdida del reino (1997) complementa los libros anteriores, aunque se observa una acentuación del pesimismo, como constante existencial, que se manifiesta en lo cotidiano. El libro consta de tres partes. En la primera, titulada La pérdida del reino, se plasma la negación del futuro desde el desasosegador punto de vista del presente. Así en Cafetería junto al instituto leemos: "Momento en que el futuro se nos niega, / tiene sabor a cena el desayuno/ y es humo el cigarrillo, antes de encenderlo./ Por más que guardes, la mañana/ no tiende al mediodía. Ninguna plenitud/ será más alta que el oscuro sótano/ del vino./ Y bajas los primeros escalones./ En los ojos de las muchachas ya bebes tu epitafio,/ mientras giran en torno a su mirada/ los fantasmas sin nombre de lo que tu no has sido".
En la segunda parte, titulada en honor de Rubén Darío Agenda, se muestra el mismo desengaño en relación con lo social, con lo cotidiano. El pesimismo viene dado por la imposibilidad del poeta de cambiar la realidad. Es en Lunes negro donde Parra muestra ese desagradable contacto con un mundo definido en los noticiarios de radio, televisión o prensa: "Que lunes detestable./ A duras penas me levanto/ de la cama, rabiando de dolor,/ la rodilla inflamada por la gota./ Judíos/ y palestinos amenizan mi parco desayuno/ de régimen con dosis generosas de matanza." Poesía del compromiso o compromiso de la poesía se funden en una poética de lo cotidiano que rastrea modelos muy próximos en el tiempo. Por ello creo que se dejan ver rastros de los últimos libros de Benedetti (El olvido está lleno de memoria) que no menguan los valores del libro sino que acentúan más la entretejida maraña de sentidos que rodean el texto de Parra. Por último en Fango y rubíes, Parra fusiona la realidad y la experiencia personal, desgajando del mundo aquellas cosas que valen la pena, pero dotando al verso de un acento desangelado ante el eterno tema del paso del tiempo: "Con qué aprensión estoy mirando, al salir de la ducha,/los harapos colgantes de mi pecho,/ los talones enmohecidos, costra de escamas, células/ muertas, las uñas de los pies/ tan duras ya, tan retorcidas y amarillentas,/ inventario trivial de vejaciones/ apenas iniciadas. Estos años/ estos últimos diez/ años,/ con qué celeridad han transcurrido/ arrastrando su previsible cosecha de difuntos, de daños y devastaciones. Qué pocos familiares te van quedando".
La obra de Parra significa un adelanto de lo que puede llegar a ser una grandísimo poeta en los próximos años y La perdida del reino es una muestra de la realidad de un autor con una obra sólida, aunque escueta, que espero que el tiempo sepa reconocer, aunque sea bajo esa estela que le persigue de poeta maldito.
Luis Veres