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PEDRO ANDREU


COMO ALEJANDRA PIZARNIK

Alabar los matices del frío,
el filo de un cuchillo de cocina
sobre versos mellados,
el pequeño infierno
de determinados nombres.
Decir tan sólo que mi cuerpo
no me cubre, que nunca estuve
en este poema. Decir
sencillamente que infinitas
delicadas puertas dan al mismo
salón de muñecos rotos.

Y cantar hasta borrarnos la boca,
como si algo ardiera.


(Pedro Andreu, El frío. VII Premio Café Món.  Editorial Sloper, 2010)

ALEJANDRA PIZARNIK

RECONOCIMIENTO
.
Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.
.
.
NADA
.
El viento muere en mi herida.
La noche mendiga mi sangre.
.
.
COMUNICACIONES
.
El viento me había comido
parte de la cara y las manos.
Me llamaban ángel harapiento.
Yo esperaba.
.
.
(Alejandra Pizarnik, Las aventuras perdidas, Buenos Aires, Altamar, 1958; Los trabajos y las noches, Buenos Aires, Sudamericana, 1965)

JAVIER CÁNAVES


EL INFIERNO MUSICAL
.
Escribes contra el miedo,
contra el viento de garras alojado
en tu respiración. Creías que la muerte
era decir un nombre sin cesar,
y que todo poema escondía una trampa.
Querías que tus dedos de muñeca
penetraran las teclas.
Querías adentrarte en el teclado,
en su privado infierno musical,
para pertenecer a alguna patria.
Tus ojos deslumbrados de niña recluida
me miran esta noche, en este apartamento
lejos de rue Dauphine,
de aquellas cosas nimias
que amabas con ternura
las gomas y los sobres,
los cuadernos rayados
-Cortázar nos lo dijo-),
Alejandra Pizarnik, tú sabías
que había que escribir sin para qué,
desenterrar con el lenguaje
el mundo verdadero, bailar en los jardines
la melodía rota de sus frases,
esa música dentro de la música.
Cada palabra dice lo que dice,
pero no sólo eso.
Intento no olvidarlo, pero tú continúas.
Lo malo de la vida
es que no es lo que creemos
pero tampoco lo contrario.
Y me dejas a oscuras con mis miedos,
bajo un cielo feroz de seconal.
.
(Javier Cánaves, El peso de los puentes, DVD Ediciones, 2006)

ALEJANDRA PIZARNIK


EN UN EJEMPLAR DE “LES CHANTS DE MALDOROR”
.
Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los niños de la medianoche.
.
El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra. Palabra o presencia
seguida por animales perfumados; triste como sí misma, hermosa como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.

.
EN UN PRINCIPIO FUERON MIS MUERTOS
.
Los ausentes soplan grismente y la noche es densa.
La noche tiene el color de los párpados del muerto.
.
Toda la noche huyo, encauzo la persecución y la fuga,
canto un canto para mis males,
pájaros negros sobre mortajas negras.
.
Un viento demente me desmiente. Me confino, me alejo de la mano crispada, no sé otra cosa que la noche oscura.
.
(Alejandra Pizarnik, Poesía completa, Barcelona, Lumen, 2005)