La bohemia nos vale de igual manera no por lo que en realidad fue y es, sino porque se trata de un rescate, de una liberación. Ni siquiera nuestro último «canon» el bienintencionado Diccionario de Gullón (Alianza, 1993) recoge la figura del periodista y escritor vallisoletano Remigio Vega Armentero (1852-1893), republicano (de Ruiz Zorrilla), anticlerical, masón y rebelde, que se ganó la vida entre periódicos marginales (como Las dominicales del libre pensamiento), folletos (sobre la Renfe, por ejemplo), antologías, traducciones (de literatura china) y conspiraciones políticas, y que hasta llegó a publicar tres novelas (La ralea de la aristocracia, Doble adulterio y La venus granadina), pero que sólo al final alcanzó desdichadamente para él la verdadera celebridad con la cuarta, ésta de ¿Loco o delincuente?, que además no lo es, pues se trata del relato novelado de por qué y cómo mató de cuatro tiros en una calle de Madrid en 1888 a su esposa, la madre de sus tres hijos, profesora de música y francés (era de origen alsaciano), con la que había estado casado durante poco más de tres lustros, pero que al final resultó ser una redomada adúltera que, mientras se constituía en el auténtico sostén económico de la familia, conspiraba con su amante para desembarazarse de su esposo internándole en el manicomio como alienado mental.
Tras un proceso sonado, Vega Armentero fue condenado dos años después a cadena perpetua de manera inesperada, pues los homicidios por adulterio apenas se castigaban entonces con simbólicas penas de destierro, siendo internado en el penal de Ceuta, donde falleció tres años más tarde. En aquellos tiempos ya había tímidos divorcios y hasta primeros jurados en ocasiones, pero el poder judicial y político (la asesinada gozó de la protección del ministro Segismundo Moret) impuso su ortodoxia frente a un republicano, masón, antimonárquico, blasfemo, marginal y heterodoxo que, pese a contar a su favor con la opinión pública, la mayoría de la Prensa, una buena defensa y bastantes pruebas del adulterio y de las manipulaciones de la esposa y el amante (hasta la clase médica, empezando por el doctor Esquerdo y Jaime Vera uno de los fundadores del PSOE, entre la que se había abierto paso la primera psicología criminal de Garofalo, Lombroso y Ferri, le sería favorable), fue condenado, evidentemente por razones más políticas que legales o criminales. Hasta la pobre mujer, que lucía siempre los modales de una ultrabeata, llevaba encima en el momento de ser asesinada una veintena de cartas de su amante de un subido color erótico y hasta pornográfico, que fueron inútilmente aireadas por la defensa.
En verdad, Vega Armentero no fue un bohemio, sino un naturalista radical, movimiento del que su cabeza visible fue entonces Eduardo López Bago, también recuperado por la misma y excelente editora de este volumen, Pura Fernández, investigadora del CSIC, autora de Eduardo López Bago y el naturalismo radical (Amsterdam, 1995), del que me ocupé en estas páginas. Los naturalistas radicales eran más «zolescos» que Zola aunque en su desfavor también eran más folletinistas, idealistas y postrománticos y gozaron de una efímera fama popular bastante heterodoxa, y hasta uno de los mejores, Alejandro Sawa, sería después el primer gran mito de la bohemia, al ser el modelo del gran Max Estrella de Valle en la obra paradigmática del género, Luces de Bohemia. La novela de Vega Armentero tuvo dos ediciones en el momento de su lanzamiento, pero no se había vuelto a publicar, y es de agradecer este rescate impecable en esta no menos impecable colección («Biblioteca de la Bohemia», de Celeste)* a la que sólo se le puede reprochar su parsimonia, pues éstos no son productos de fácil venta, aunque sí de un evidente interés.
Rafael ConteTras un proceso sonado, Vega Armentero fue condenado dos años después a cadena perpetua de manera inesperada, pues los homicidios por adulterio apenas se castigaban entonces con simbólicas penas de destierro, siendo internado en el penal de Ceuta, donde falleció tres años más tarde. En aquellos tiempos ya había tímidos divorcios y hasta primeros jurados en ocasiones, pero el poder judicial y político (la asesinada gozó de la protección del ministro Segismundo Moret) impuso su ortodoxia frente a un republicano, masón, antimonárquico, blasfemo, marginal y heterodoxo que, pese a contar a su favor con la opinión pública, la mayoría de la Prensa, una buena defensa y bastantes pruebas del adulterio y de las manipulaciones de la esposa y el amante (hasta la clase médica, empezando por el doctor Esquerdo y Jaime Vera uno de los fundadores del PSOE, entre la que se había abierto paso la primera psicología criminal de Garofalo, Lombroso y Ferri, le sería favorable), fue condenado, evidentemente por razones más políticas que legales o criminales. Hasta la pobre mujer, que lucía siempre los modales de una ultrabeata, llevaba encima en el momento de ser asesinada una veintena de cartas de su amante de un subido color erótico y hasta pornográfico, que fueron inútilmente aireadas por la defensa.
En verdad, Vega Armentero no fue un bohemio, sino un naturalista radical, movimiento del que su cabeza visible fue entonces Eduardo López Bago, también recuperado por la misma y excelente editora de este volumen, Pura Fernández, investigadora del CSIC, autora de Eduardo López Bago y el naturalismo radical (Amsterdam, 1995), del que me ocupé en estas páginas. Los naturalistas radicales eran más «zolescos» que Zola aunque en su desfavor también eran más folletinistas, idealistas y postrománticos y gozaron de una efímera fama popular bastante heterodoxa, y hasta uno de los mejores, Alejandro Sawa, sería después el primer gran mito de la bohemia, al ser el modelo del gran Max Estrella de Valle en la obra paradigmática del género, Luces de Bohemia. La novela de Vega Armentero tuvo dos ediciones en el momento de su lanzamiento, pero no se había vuelto a publicar, y es de agradecer este rescate impecable en esta no menos impecable colección («Biblioteca de la Bohemia», de Celeste)* a la que sólo se le puede reprochar su parsimonia, pues éstos no son productos de fácil venta, aunque sí de un evidente interés.
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¿Loco o delincuente? Novela social contemporánea, ed. e introducción (pp. 13-84) de Pura Fernández, Madrid: Celeste Ediciones, 2001.
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