CARTA DE HUMBERT NABOKOV A DOLORES EVSEVNA SLONIM
Mi querida:
Sería como encontrarnos en un pequeño rinconcito.
Tú, andarías deshaciendo los pasos que yo,
intuitivamente, te habría calzado en estos meses.
Haríamos, prudentes,
los gestos heredados en anteriores campañas;
jugaríamos a ganar cortésmente,
suponiendo de cada trazo un movimiento alto,
dirigido, curtido de tiempo y reprobados ensayos.
Ser expertos es lo que importaría,
el hecho sería un desahogo en nuestras referencias;
así sería el pacto.
Tu castidad abierta, mi lujuria controlada,
los roces exactos,
un toque de equilibrista en cada curva acentuada
con aliento y yemas...
El rincón sería, sin duda,
un aliciente a la destreza,
y la mirada,
nuestra campanilla de principio y fin.
Así sería, lo sé.
De otra forma él y tú no aceptaríais nunca este camino.
(Rafael Saravia, Desprovisto de esencias, Sevilla, Renacimiento, 2008)
Mi querida:
Sería como encontrarnos en un pequeño rinconcito.
Tú, andarías deshaciendo los pasos que yo,
intuitivamente, te habría calzado en estos meses.
Haríamos, prudentes,
los gestos heredados en anteriores campañas;
jugaríamos a ganar cortésmente,
suponiendo de cada trazo un movimiento alto,
dirigido, curtido de tiempo y reprobados ensayos.
Ser expertos es lo que importaría,
el hecho sería un desahogo en nuestras referencias;
así sería el pacto.
Tu castidad abierta, mi lujuria controlada,
los roces exactos,
un toque de equilibrista en cada curva acentuada
con aliento y yemas...
El rincón sería, sin duda,
un aliciente a la destreza,
y la mirada,
nuestra campanilla de principio y fin.
Así sería, lo sé.
De otra forma él y tú no aceptaríais nunca este camino.
(Rafael Saravia, Desprovisto de esencias, Sevilla, Renacimiento, 2008)
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