SAFRIKA
PEREZA
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Diván, flores frescas, presente tosco.
Ella baila con los diminutos zapatos sobre el mármol
Y él otea la ventana con las manos en los riñones.
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El poema se manifiesta entonces en motas de polvo al trasluz.
Con la música inclasificable que ella escucha todo el tiempo.
Y la nevera vacía, ocultando un rastro de cadáveres.
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Fuman autocompasivos, se regodean en carne y
Comprenden perfectamente la función del lubricante.
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Es más que eso, comprenden
Que hay humo siempre tras la cortina, hay monedas que mueren en botes
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Y que esos
Botes naufragan, grapadoras que grapan aire a los pulmones
Bolígrafos ahogados, crema corporal y un blister sobre la cómoda.
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Muñecas hechas a mano, cartas del tarot, fotografías y firmas.
Agua embotellada, tratamiento homeopático en dosificador.
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Ella suspira, ha perdido mucho peso.
Suda apoyada en el quicio de la puerta, los zapatos le aprietan
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Y él responde cuando ella pregunta.
- Bien
Parece cansado y pulula por el cuarto, quejándose de la primavera.
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- A esto no puede llamársele autopsia- dice ella.
- Nena, ¿vas a empezar con eso otra vez?
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Ella toma con sus manos las manos del enemigo.
Y dice
I love you, I love you, I love you
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Sólo será un momento.
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Todo vuelve después a la rutina escanciada sobre la moqueta
A la consumición de barritas energéticas y píldoras para dormir.
Suena alguna canción de moda en una emisora local.
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Las rejas de la ventana parecen rayos de sol.
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(Safrika, Pills (Fácil). Poemas de la última semana en casa, Ediciones de Baile del Sol, 2008)
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