PEQUEÑA MUERTE
Seguramente no he sabido matarte,
Lo que dice muy poco en favor mío.
Siempre he sido mucho más de morir
que de matar
Y no estoy muerto aún porque hasta
ahora
Tú no te lo has propuesto en serio.
Pero, en el caso y en la muerte de
que hablamos,
Es nuestra obligación saber matar
O nos convertiremos en diestros
virtuosos
Pero que siempre tiemblan con la
espada.
La lidia será un crimen moralmente,
Pero es un poema espléndido
Que tiene que acabar como la vida.
Decía yo que no he sabido matarte
A no ser que alguna vez te me hayas
muerto
Sin que yo lo notara.
Haz el favor de sangrar cuando te
mueras
O por lo menos de ponerte pálida
Pues si cierras los ojos solamente
yo imagino
Que te mato tan mal que te has
dormido.
Yo también puedo decir lo mismo:
Exigirte que alguna vez me hayas
matado.
Déjame que te arregle los rotos de
la casa,
Que se lo diga al Banco
Y luego mátame como tú sabes,
Dame esa muerte azul que a veces
buscas
Y yo siempre deseo,
Pues es cosa de dos ser asesinos,
Matarnos y morirnos.
(Poema de Francisco Díaz Ansón para Insólitos)
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