OFELIA CITY
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I
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A los viernes pertenece el fulgor del cuerpo,
esa sensualidad que nos arroja al otro
y de aquel a otro, nuevamente,
hasta que ya no reconocemos las heridas.
A los viernes pertenece el fulgor del cuerpo,
esa sensualidad que nos arroja al otro
y de aquel a otro, nuevamente,
hasta que ya no reconocemos las heridas.
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Las voces del pasado resuenan entre nosotros,
replegándose con un gesto imperceptible.
Las voces del pasado resuenan entre nosotros,
replegándose con un gesto imperceptible.
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El cuerpo tatuado del amante
es un palimpsesto de caricias y labios:
será la misma piel pero se sabrá distinta
y anochecerá y amanecerá, nuevamente.
El cuerpo tatuado del amante
es un palimpsesto de caricias y labios:
será la misma piel pero se sabrá distinta
y anochecerá y amanecerá, nuevamente.
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1 comentario:
Interesante poema de sensualidad morbida, en el buen sentido
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