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SHERRY-BRANDY (Fragmento)
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El poeta se moría. Las grandes palmas de las manos hinchadas por el hambre, los dedos blancos, sin una gota de sangre, y las sucias y crecidas uñas, como cañas, reposaban sobre el pecho, sin protegerse del frío. Antes metía las manos entre la ropa, sobre la piel desnuda, pero ahora su cuerpo no conservaba el suficiente calor. Hacía tiempo que le habían robado las manoplas; para robar bastaba con no tener vergüenza, robaban a la luz del día. El mortecino sol eléctrico, cubierto de cagadas de mosca y herrado con una reja redonda, se hallaba sujeto arriba, bajo el techo. La luz caía a los pies del poeta, que yacía, como en un cajón, en la oscura profundidad de la hilera inferior de una formación compacta de literas de dos pisos. De vez en cuando los dedos de las manos se movían, chasqueaban como castañuelas, palpaban un botón, un ojal, un agujero del chaquetón, barrían alguna brizna y se detenían de nuevo. El poeta se moría tan lentamente que había dejado de comprender que se estaba muriendo. (…)
.(Traducción de Ricardo San Vicente)
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