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EVA VAZ


RIGOR MORTIS


Yo vi a un hombre morir.
Vi en qué momento ocurrió:
dulce y sin drama,
como el llanto de un recién nacido.
Diría que fue hermoso.

En la guerra se quedó sordo de un oído
y yo le gritaba para saber si morir era
eso. Me pareció muy poca cosa.

Fuera de la habitación oía silencios y llantos
pero yo debía quedarme allí,
sin llorar. Prometí encargarme de todo.

Me acerqué a su aliento como nunca antes
imaginé hacer. Impúdicamente respiré su calor,
su olor a colonia caliente.
Parecía un amante besándolo.

Intenté cerrar sus párpados.
No murió con los ojos cerrados.
Nos han engañado: la muerte nos coge
con los ojos abiertos.

Sus párpados eran rígidos,
como pestañas de metacrilato,
como los ojos de mis muñecas
cuando morían en mi propia cama.
Mis muñecas tenían novios, hermanos, bebés,
y también morían. Las muñecas de mis amigas
nunca morían en sus camas.

Yo le arreglé la sábana, el pelo, la posición de su cabeza. 
y plegué sus brazos sobre el esternón. Correctamente.
Era un muñeco gigante: aún se dejaba hacer.

Fue un leve tejido.

La muerte rozó apenas
su pequeño corazón.





(Poema extraído del ciberfanzine de literatura subterránea Borrasca )

1 comentario:

EG dijo...

IMPRESIONANTE descripción, como pocos pueden hacer. Eva la descose!