INFIDÈLE
Te mordí la boca
y te arañé los ojos (o tú a mí)
y tú restregaste con furia
tu carmín de puta barata
por toda mi cara,
llena de sudor y saliva.
Me dijiste con un susurro:
Arráncame la ropa.
Te la arranqué con casi un alarido
que ya no era mío.
Y entonces entró él
y su perfecta chaqueta de 200 euros,
y rompió aquella maravillosa escena.
A VECES LA IMBECILIDAD NO ESTÁ DIAGNOSTICADA
Soy como un autista.
No percibo los sentimientos
que no se expresan.
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