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PABLO GUILLÉN TUDELA

 


UNA MAMPARA CON COLORES

No parecía tan gastada la vida, aunque lo único que te mantiene fuera del basurero es la pura suerte, y la suerte nunca dura hasta que la diñas. Incluso cuando la muerte llega a veces al mismo tiempo llega la suerte.

El otro día erré por las calles de la ciudad a plena luz de la noche y me perdí en la metrópolis de clubs de alterne, de salas de juego, de luces de neón, hoteles de lujo y sustancias varias puestas en fila india antes de hacer el amor hasta el tercer amanecer.

Salí a hurtadillas de ese ralo jardín y la alcorza del pastel la pagó el último, el más despistado o las dos cosas.

El otro día me preguntaron; ¿ cuál es el impulso que le mueve a escribir?

¿Y usted por qué caga? le pregunte sin ninguna acritud.

Eso pasó hace algún tiempo, pero ¿ acaso el tiempo hace que lo que pasó no pasase?

Todo apesta, lo que se pudre apesta y lo que está vivo apesta.

Les digo la verdad no puedo comprar ni una bolsa de pedos mientras, ellos van camino de sus duchas, sus teles, sus aviones privados y sus mujeres privadas que no suelen ser sus mujeres de le presento a mi mujer doroty.

Tengo un vecino de dos calles para allá que creo que lleva más de un mes o dos alimentándose de comida de perro. Dice que no le gusta cocinar, ni ir a Caritas o a esos bancos de alimentos y entonces compra un saco de pienso de cincuenta kilos y comen los dos casi dos meses por no llega ni a treinta euros. Dice que después del divorcio solo le quedó la ducha para vivir. Es un poco pequeña para los dos. El perro es un San Bernardo y necesita mucha agua y a veces no puede pagar el recibo y lo lleva a dormir a la fuente del pueblo, mientras él se tumba y espatarra en la ducha de uno treinta por uno. Lo bueno de todo esto es que tiene mampara con cristales de colores y eso hay que reconocer que alegra mucho la vida de cualquiera. 

(Pablo Guillén Tudela, Sombras de luz y niebla, Donbuk Editorial, 2017)

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