Del poemario MORTAJAS
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Al que contempla más veces
se le cae el cabello también.
Me conoce el anestesista
y sabe de mis gustos, labios
no mutilados por el filo de la felicidad.
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Nos falta la última ciruela,
los dedos que nunca van a reunir
su secreto y mi ternura.
Nos quedan tantas cosas
por hacer, el contagio de mi voz
por su silencio.
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Al día siguiente nos verán sonreír
los armoniosos y los menos lucidos.
Yo confío en la dosis exacta.
Sin mucho calor, sin despedidas.
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(Luis Miguel Rabanal, Mortajas, León, Eolas ed., 2009)
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