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Vamos en el coche, un conejo salta a la huida en el campo yermo que nos queda a la derecha. Es su tiempo de morir, pero esta pirueta todavía le permitirá unas horas más de vida. Levanta pequeñas nubes de polvo con sus saltos: es un algodón que pesa muy poco, pero hace demasiadas semanas que no llueve. Por lo visto esto es nuestro tiempo. Las palomas han volado después de ponerse el sol. Más tarde, nos sentamos aquí para decirnos adiós. Nada más. Una mesa y una media sonrisa. Para no sentir más el dolor que sentimos tú y yo. Para tratar de encontrar algunas emociones que sospechamos nunca sentiremos. Bebemos lo que hay en el vaso y vamos cerrando los ojos, esperando una explosión muda. Otro capítulo que termina. Son tiempos duros, no hay razón para no enfrentarse al miedo, aunque siempre tenga la cara cubierta y nosotros un temblor crónico en las rodillas. Esto es nuestro tiempo. Esto es un adiós.
Vamos en el coche, un conejo salta a la huida en el campo yermo que nos queda a la derecha. Es su tiempo de morir, pero esta pirueta todavía le permitirá unas horas más de vida. Levanta pequeñas nubes de polvo con sus saltos: es un algodón que pesa muy poco, pero hace demasiadas semanas que no llueve. Por lo visto esto es nuestro tiempo. Las palomas han volado después de ponerse el sol. Más tarde, nos sentamos aquí para decirnos adiós. Nada más. Una mesa y una media sonrisa. Para no sentir más el dolor que sentimos tú y yo. Para tratar de encontrar algunas emociones que sospechamos nunca sentiremos. Bebemos lo que hay en el vaso y vamos cerrando los ojos, esperando una explosión muda. Otro capítulo que termina. Son tiempos duros, no hay razón para no enfrentarse al miedo, aunque siempre tenga la cara cubierta y nosotros un temblor crónico en las rodillas. Esto es nuestro tiempo. Esto es un adiós.
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(Extraído de la revista digital La rosa profunda, nº 6 )
2 comentarios:
Muchas gracias!
Un placer!
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