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ERNESTO HERNÁNDEZ DOBLAS


DONCELLA MUERTE

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Doncella muerte. Repetido eco en la cueva del insomnio. Cuervo que clava su mirada en estas islas donde duermen las estrellas. Doncella muerte. Conversación a media noche. Camino de la mano izquierda.
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Te hablo y te rescato de mi hombro izquierdo, nido donde empollas una imagen mía. Te hablo. Te hablo pero es para escucharte, para que tu última palabra sea signo en el sendero.
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Todos duermen. Meditan en la nada. Reposan justicia invidente. Todos duermen. A estas horas la ciudad cojea como un herido de guerra que clama en el desierto. La luna es la nostalgia de los lobos y el poema crece al cobijo de todo lo que tiene vocación de silencio.
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Ahora son mis ojos los que estallan en su órbita sin rumbo. Escribo. Deletreo lo que me mata, lo que vive en agonía pero sin queja. Escribo. Cada palabra me va poniendo un acento en la conciencia, una página en el libro de los muertos, un vampyro que me mira en el espejo.
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Doncella muerte. Invoco tu nombre sin nombre, en esta noche, para que los astros dibujen el zodiaco de mi sino. Yo solo se que no se sino la Nada, que las orugas de ceniza son mis compañeras. De ellas han de surgir las mariposas negras que lleven en sus alas el polvo de todos mis recuerdos.
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Doncella muerte, oigo tus gemidos, tus eróticos gemidos que se confunden con los gritos del mundo. Tus gemidos de oro. Tus gemidos de lava, de espuma, de horizontes destruidos por el poder de tu belleza.
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No puedo sino mirarte. No puedo sino decir en voz baja que mis joyas más humanas están a tus pies desde que vine a luz a un mundo construido por tu aliento. En tu balanza se encuentran todas las balanzas de las cosas, en tu pecho hueco está el verdadero corazón de los que aman.
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El insomnio cruje bajo el cuerpo de los árboles del aire, pero aún así tu voz se escucha como canción de cuna en labios de la letra M. El insomnio acecha. Eres tu quien mueve los hilos de su torpe medicina. Solamente porque tú lo guías es que puedo hablarte hoy, bajo esta noche, bajo este balbucearte como un niño perdido en el desierto.
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(Ernesto Hernández Doblas, del inédito Laberintos del Soy. Extraído de su blog Campeador de sombras)

1 comentario:

LUIS BORJA dijo...

BARBARO ERNESTO!!!!!!!!!
UN ABRAZO!!!!!