NOS DESNUDAMOS ANTE LA VIDA
Nacemos con instrucciones de completar
un mágico y misterioso viaje.
Sollozamos ante una música invisible
que nos despide,
una melodía con puntas de oro y dolor.
La incertidumbre es un paisaje
borroso que marea.
Sonreímos ante el nacimiento de los días
y canciones alegres cantamos,
y canciones amargas cantamos.
En la estación del edén
nos esperaban extraños árboles retorcidos
y sonrisas de tiza en el asfalto.
Descubrimos que el paisaje
en nada había cambiado.
A nuestro alrededor, de nuevo, el mismo cartón piedra
Esto no era el paraíso.
Esto no era el paraíso.
Nacemos
un mágico y misterioso viaje.
Sollozamos ante una música invisible
que nos despide,
una melodía con puntas de oro y dolor.
La incertidumbre es un paisaje
borroso que marea.
Sonreímos ante el nacimiento de los días
y canciones alegres cantamos,
y canciones amargas cantamos.
En la estación del edén
nos esperaban extraños árboles retorcidos
y sonrisas de tiza en el asfalto.
Descubrimos que el paisaje
en nada había cambiado.
A nuestro alrededor, de nuevo, el mismo cartón piedra
Esto no era el paraíso.
Esto no era el paraíso.
(Rodrigo Garrido Paniagua, Los dormidos, Ed. Origami, 2014)
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