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PATRICIO PEÑALVER ORTEGA


[...]
Las dificultades y la tensión con aquella gatita casada hasta el día del encuentro eran tan fuertes que cuando llegaba el momento del acto sexual, aquello explosionaba de tal forma, que a veces la cabeza se le subía por las paredes y tardaba un tiempo en bajar.


Subía por las escaleras de... su casa y por momentos recordaba, que la noche anterior ya no existía. Por cierto, estaba desayunando con el periódico y las noticias como recién muertas se repetían con tanta fluidez como los muertos de las interminables guerras que se enlazaban unas a otras configurando la insoportable historia de todos los muertos de la gran Historia de la infamia Universal.
Me levanté y ya estaba sentado en la terraza de un bar de la calle Platería, ya disfrutaba más de media hora viendo el trasiego de las gentes con sus historias reales que yo imaginaba. Al momento pasó un señor llamado Venancio, con su clásica gorra de visera de ciclista y con varios periódicos bajo el brazo, se detuvo y me contó todos los muertos individuales, con nombre y apellidos, que esa mañana aparecían en las esquelas de los periódicos, y de todos los otros muertos colectivos que el día anterior habían perecido en el Mundo: en las guerras, en los accidentes de tráfico y en los atentados. Venancio tenía obsesión con los muertos diarios.

La temperatura aunque seguía su imparable ascenso iniciado en los últimos días y los cuerpos no lograban aclimatarse hasta casi la mitad del mes de Agosto. Sin embargo, los comentarios de todos ya no giraban en torno al elevado calor, ya se empezaba a pensar y a hablar de las fiestas del mes de septiembre. Un año, dos años, siete agostos y todos los agostos de la vida seguían siendo iguales.

[...]


(Fragmento de una novela que Patricio Peñalver Ortega está publicando en su muro de facebook)

DANIEL FREIDEMBERG


ESO QUE TRATA DE CRUZAR LA CALLE...

Eso que trata
de cruzar la calle es
una cucaracha
literalmente
No hay odio ni hay
desprecio
bajo el sol:
cosas que brillan
y otras no,
convexidades, ángulos.
No el amor fue hecho aquí,
tampoco la guerra,
sí modos de nombrar
alrededores de la guerra o el amor
como quien tienta
la consistencia de las cosas.
Y aquellos seis
puntos negros en
el muro, son
marcas de balazos
aunque parezcan aves
volando sobre un cielo gris.


(Daniel Freidemberg, poema extraído de la revista abanico, marzo de 2006)

JOSÉ CANTABELLA



ROBERTO BOLAÑO

Aquella noche que salí solo por la bella y olvidada ciudad de Recuerdo me convertí en un detective salvaje. Roberto Bolaño, ya enfermo, me seguía, sentía sus cercanos pasos, incluso percibía su dificultosa respiración, entonces, me paré a esperarlo en medio de la noche oscura. Yo no tenía en ese momento miedo a la muerte, creo que él tampoco, por eso cuando el chileno me miró a los ojos, no tuvo ningún reparo en sacar de uno de los bolsillos de su abrigo, 2666, su libro póstumo. De ese modo sentí que aquella noche nunca lo olvidaría… siempre leería sus libros.


(José Cantabella, texto extraído de su blog Afán de incertidumbre)

DIEGO MAQUIEIRA




ARS VITAE

Teníamos fuerte afición al vino
le rendíamos culto a los racimos de uva
y éramos arrogantes, crédulos
pendencieros
Preferíamos la muerte
a perder la libertad
y llevábamos la alegría del amor
hasta las puertas del infierno
hasta desafiar a la misma muerte
desnudándonos en pleno combate
o agrandándonos las heridas recibidas
Y si veíamos en peligro la vida
de nuestras mujeres y la nuestra
nos dábamos muerte por gusto continuo
Y éramos tan arrebatados en la guerra
que jamás actuábamos de acuerdo a un plan
No conocíamos ni la humildad
ni la caridad, ni la abnegación
ni la dulzura
Éramos serios y semifabulosos
y adorábamos a nuestras esposas
que adoraban el falo y el oro.



(Diego Maquieira, La Tirana y Los Sea Harrier, Tajamar Editores, 2003)

DANIEL RODRÍGUEZ MOYA



SPLEEN

Hoy sólo sé que existo y amanece
Javier Egea
                                          
                                           A Isabel Chillón    



No es un buen comienzo, ya lo sé, para un poema,
decir que el tiempo pasa lentamente,
que no existe un lugar para el reposo
en esta vida tibia que parece
un circo de fantasmas,
la voz de un niño ahogado que se escucha
al fondo de los pozos y el silencio
de tardes de verano en la alameda.
No existen las palabras necesarias,
un verbo que descubra en estos versos
un fondo de sorpresa o esperanza.
Hoy sólo sé que existo, y amanece
el alba incierta que hemos presentido,
oscura y sucia.
No es un buen final para un poema, ya lo sé,
decir que estoy cansado, que no quiero
pensar que en una tarde de verano
el tiempo detenido en este cuarto
ha mellado una parte de mi vida. 


(Daniel Rodríguez Moya, Días idénticos como nubes, Dauro, 2001)

BASILIO SÁNCHEZ

EL UMBRAL


La claridad se agota
sobre los pavimentos.

Poco a poco se nos van las palabras,
se elevan por encima de la línea de sombras
que hay sobre nosotros.

La altura de la mano que sostiene una vela
es la altura del mundo.

Aún no tenemos nada, sólo el vaso de vidrio
que hemos puesto en la mesa, y la esperanza
que hace mover el agua.

Ya todo está tranquilo:
la memoria vuelve verde las hojas;
el frío da reflejos
azules en los ojos; hay una flor oscura,
que todavía no es nuestra, en el umbral.

Un corazón que late vertical en el suelo,
dispuesto a envejecer.

Mi deuda con la vida es este hombre
del tamaño de un puñado de tierra
que ahora escribe.


(Basilio Sánchez, Entre una sombra y otra, Visor, 2006))

HILARIO JIMÉNEZ GÓMEZ



LA BUSCA

Siempre
esperó aquella noche de ventanas cerradas
donde abrazarse a un susurro amanecido
que le diera la mano y paseara su vida.

No recuerda por qué allí sus ojos
desearon probar besos mudos de madrugada,
cómo se dejó atar sin remedio
a cansados sueños de pies cansados,
su cuerpo humillado
ante el desnudo perfecto de la manzana madura.

Sólo confiesa que los pequeños secretos
no han desaparecido con las duchas ni los viajes.
Que dos manos sin dedos tejen por su espalda
la fina tela de las palabras que caen como el día.
Que tras esa voz serena y oscura se pierde
aquel viejo árbol enterrado en cemento.
Que ya no existe si cuando despierta
una sombra no duerme sin ropa a su lado,
con unos labios delgados y mudos
que se saben dueños de la tierra.


(Hilario Jiménez Gómez, Cuatro poetas en un tobogánLittera Libros, 2006)

SERGIO C. FANJUL


TÚ QUERÍAS SER ARTHUR RIMBAUD...

tú querías ser Arthur Rimbaud.
poner color a las vocales.
recibir la bala de Verlaine. arañar con tus dulces zarpas
las almas de la burguesía. y huir con toda la gloria.
a los diecinueve años. con la carne aún blanca
y blanda. y la sensibilidad extenuada.
cagándote en Dios, ciego de absenta y láudano.

tú querías ser Guy Debord.
derrumbar la sociedad como objetivo. destruir
el Espectáculo y hacer de la vida cotidiana una revuelta.
buscar, debajo de cada adoquín, una playa. al final
sentir el hierro negro, frío y pesado contra tu paladar,
apretar entonces el gatillo. a los sesenta y tantos.
arruinado por el alcohol, ya casi muerto.

tú querías ser Johnny Rotten.
Dios Salve a la Reina. en los escenarios
de toda Inglaterra, manifestaciones puritanas
a las puertas de los bares.
me importa un cojón: Sid y Nancy consumidos con la droga
y ningún futuro para nadie. los dientes verdes
y un lugar de honor en la historia del (punk) rock.

querías agarrar la Tierra con los dedos.
hacerla retumbar contra los Cielos.



(Sergio C. Fanjul, poema extraído de su blog Planeta imaginario)

TONI AZNAR


COMO A TI TE GUSTA


Me vestiré de camisa
blanca, traje y corbata.
Me perfumaré
de arriba abajo,
con el último suspiro
de tus silencios.
Así, como a ti te gusta.

Calzaré zapatos
marrones,
de piel antigua,
como la senda
que dibujan tus ojos.
Así, como a ti te gusta.

Andaré como me ves,
siempre atento
y bien
dispuesto a responder,
esas preguntas
que sólo tu piel
consigue acallar.



(Toni Aznar, poema extraído de su blog En cualquier lugar)

PABLO PANIAGUA


UN DESCONOCIDO ESCRITOR

[...]

      Un modesto escritor, llamado Franz Kafka, dormía acurrucado con un par de mantas en un colchón. Era viernes y no había ido a  trabajar porque estaba enfermo, tenía una incipiente bronquitis y no paraba de toser. Ya desde pequeño su salud se mostró bastante frágil, sobre todo en las vías pulmonares, y ahora, por ser invierno, era proclive a enfermarse con facilidad. Entre el compás de su forzada respiración de pronto escuchó el timbre de la puerta, por lo que se levantó casi tiritando, con una manta sobre los hombros, para ver quién llamaba con tanta insistencia. Al abrir, pudo comprobar que era la señora encargada de limpiar la escalera que, en sus manos, traía una carta con membrete.
        –Esto estaba encima de los buzones, señor Kafka. Es para usted –dijo la señora.
        –Gracias –dijo al recibirla.
        –Y cuídese, que no le veo muy bien –añadió antes de irse, a modo de despedida.
        Franz Kafka miró el remitente y vio que se trataba de la editorial Adiagrama (la del prestigioso editor Juan Iturralde), sita en la ciudad de Barcelona. Hacía justo dos meses les envió un original, sin ser un ejemplar solicitado, y le extrañó que le contestaran con tal prontitud. Con la emoción casi se olvidó del frío, de su malestar y de la tos, pensando que podían haber aceptado su novela. Abrió el sobre y extrajo una carta que decía:

28/02/2007
Estimado Franz Kafka,
        Sentimos comunicarle que, debido al exceso de títulos contratados, nos resulta imposible incluir EL PROCESO en nuestra programación, sin que eso suponga un juicio negativo de su obra.
        Confiamos en que no tenga problemas para su publicación en cualquier otra editorial con menos agobio de títulos y, agradeciéndole haya pensado en Adiagrama, le saludamos muy cordialmente.
        Atentamente, Laura Carral.
        Le recordamos que no nos resulta posible devolver los originales no solicitados, a no ser que el autor lo recoja por sus propios medios en el plazo de un mes de esta carta.
        Editorial Adiagrama.
[...]


(Pablo Paniagua, Palabras fractales, Literatura Indie, 2013. http://pablopaniagua.blogspot.com.es/2007/05/un-desconocido-escritor.html )

EDWIN BROCK



CINCO MANERAS DE MATAR A UN HOMBRE

Hay múltiples métodos engorrosos para matar a un hombre.
Se le puede obligar a que cargue un tablón de madera
hasta la cumbre de un monte y entonces clavarlo. Para que esto
resulte es necesario una multitud de gente
que lleve sandalias, un gallo que cante, un manto
para disecarlo, una esponja, un poco de vinagre y un
hombre que martille los clavos en su sitio.

O es posible buscarse un pedazo de acero
de forma y monturas tradicionales
y tratar de penetrar esta jaula de metal que lo protege.
Si éste es el caso, te hacen falta cabellos blancos,
árboles ingleses, hombres con arcos y flechas,
dos banderas por lo menos, un príncipe y un
castillo donde celebrar el banquete.

Dejando de lado los escrúpulos, puedes también, si el viento
lo permite, asfixiarlo con gas. Pero entonces necesitas
una milla de fango tallada por trincheras,
sin olvidar las botas negras, los cráteres de bombas,
más fango, una plaga de ratas, docenas de canciones
y algunos sombreros circulares hechos de acero.

En una era de aviación, puedes volar
a muchas millas por encima de tu víctima y liquidarla
con sólo apretar un botoncito. Todo lo que se requiere,
en este caso, es un océano que los separe, dos
sistemas de gobierno, los científicos del país,
algunas fábricas, un sicópata y un pedazo de
tierra que nadie va a necesitar por varios años.

Estos son, como dije antes, métodos engorrosos
para matar a un hombre. Más sencillo, directo, y mucho
más limpio es asegurarse de que vive en algún lugar
del siglo veinte, y ahí dejarlo.



(Edwin Brock, Poesía inglesa contemporánea, Barral Editores, 1975)

RÓMULO BUSTOS AGUIRRE



EL JUGADOR

Se sabe que en el caso de Dios
estamos ante un incorregible jugador de dados
Eso aclara
la paradoja extrema del misterio cristiano
en que Dios
se apuesta a sí mismo contra sí mismo
Y pierde


(Rómulo Bustos Aguirre, Muerte y levitación de la ballena, Servicio de publicaciones de la Universidad Complutense, 2010) 

LOURDES DE ABAJO




SÍLABA ADENTRO


I

Muero en el interior de otro que muere.
Coincido
el mismo día y a la misma hora
en su palabra.

***

Las palabras
mordaza
que se anuda a mis cuerdas vocales
y oscurece
la voz.

***

Busco la vocal en un parque
como limosna a uno mismo.

El pago a la miseria
derrotado por una línea
dis_______________continua.

***

Nadie se esconde
ni se oculta.

Este olvido que acecha
un lenguaje por construir.


(Lourdes de Abajo, Aniquilación mía, Amargord, 2009)

ESTÍBALIZ ESPINOSA


Eso es todo.

Si es que alguien tuvo a alguien.
Si es que fuimos por tanto humanos.
Eso es todo, rocas mudas
nebulosas en los confines de esta frase
una de tantas. Eso es todo.

Cuánto hemos deseado, nosotros
y era todo. Cuánto programábamos la vida
y es que, de desierto a desierto,
así es todo. Es todo.

Tanto si hemos descargado hijos
como si no. En qué desgarro
o tan escalofrío suspendido bajo el cielo.

Eso es todo eternamente.
Holograma entre estrellas viejas. Andrómeda
que nos devora
y nosotros inclinados aquí, leyendo
-tan sexy y melancólico leer
tan depravado-.

Eso es todo.
Flujo hacia el carbono, eso es todo.
Oxidados de amor, eso es todo.
Fármacos y leyes, lechuzas y ventanas.
Eso es todo, autómatas
que aprenden a copiar entre unas páginas de libro.
Pantallas a lo lejos.
Periferias desde aviones.
Volcanes submarinos
parecidos a todo aquello
a todo aquello que no
no nos dijiste.
Oscuridad y tu mano.

Eso es todo. Pero dámela.
Por si hay más que aún no se ha visto.
Parpadeamos a la vez.
Y eso no
eso no es todo.




(Estíbaliz Espinosa, Papel a punto de, El Gaviero Ediciones, 2011)

JOSÉ MARÍA CASTRILLÓN




BAILE JUNTO AL PANTANO

Es tarde ya,
y el agua no ama ni las luces ni la música:
contra sí las deshace
como a su propio sueño.

Mis padres se han abrazado para bailar.

Yo no sueño aún con los cuerpos pero amo las voces:
la voz de mi madre,
mi voz posada sobre su pecho.

Bailan abrazados,
y llegan las orillas de sus pasos hasta aquí,
donde el agua respira la ceguera.

De aquella noche, los fondos de silencio.



(José María Castrillón, La vieja munición,
Idea, 2005)

YAGO FERREIRO



XV

Sólo teníamos un sueño
que para algunos debía de ser el mismo
y del que (sin embargo) costaba
encontrar semejanza alguna.

Todos empeñados
en contarlo de maneras diferentes.

Y a pesar de que las chicas no estaban
de que el poeta no estaba
de que no debían quedar en pie
más allá de dos latas de cerveza
unos pocos cigarrillos
nadie parecía tener nada
que echar (realmente) en falta.




(Yago Ferreiro, Antología de la poesía espectacular, Los libros de Camparredonda, 2013)

TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO



TOCA, TOCA MUDEZ

No tengo de mi lado al lenguaje.
Flores que no van a parte alguna
sino a llenar el aire de la tarde
de excedencia
igual que esos villanos sin peso
ni carácter.

A veces reaparecen palabras
debajo de los muebles: huesos mondados
y sin color, como los sueños inofensivos.

Sentarse, entonces, a pelarlas.
Pelar palabras como quien espera hacer aceite
con toda la saliva estirada.
     
    
     (Tomás Sánchez Santiago, Cómo parar setenta pájaros. Antología poética 1979-2009, Diputación de Salamanca, 2009))

JOSÉ G. CORDONIÉ



K.

Ke los sueños del kastillo tras su puerta keden
atrapados,
komo la espera y la incertidumbre kreciente,
komo el intento último de medir las tierras.

K. sueña
kon Bürgel tras la puerta cerrada,
kon la kongoja seka en la garganta ataskada,
la alienación desesperante y kaótica,
la burokracia que absorbe la lógika humana.

K. se inquieta
sin saber si kedar kieto
o dar hacia delante un paso,

sin saber si existir en el tiempo
en la mente atrapado
de Kafka,

en la extinta mente,
si el absurdo de la razón keda apresado
en la sinékdoque de la memoria blanca.

K. traga saliva en la luz eskiva de la tarde
kon todo el peso del mundo koncentrado en un vaso.


(José G.Cordonié, poema extraído de su blog La Hermética Furibunda)

JOSÉ MANUEL GALLARDO PARGA


LÍMITES

Remo muerto a manos de su hermano
por no respetar la línea fronteriza
que éste trazó.
Horacio Clorita defendiendo un puente
frente a la barbarie,
convertido en héroe.
Julio César, cruzando el Rubicón,
ya sin vuelta atrás
(alea iacta est).
Mi indefinida espera frente a tu portal,
frontera infranqueable
que nos une y nos separa.




(José Manuel Gallardo Parga, LímitesAyuntamiento de Talavera de la Reina, 2003)