OCTAVIO GÓMEZ MILIÁN
VERÓNICA PEDEMONTE
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Esta muñeca es mía
me la encontré perdida
en un campo de minas de Vietnam,
estaba sola en una casa judía
de algún barrio de Hamburgo
del año treinta y nueve,
era para la sobrina
de aquel soldado muerto
de las Brigadas Internacionales,
ese que estudió en Oxford
y nunca más se supo.
Te aseguro que no era Barbie
ni Mariquita Pérez.
Sé que es mía,
porque no tenía ojos,
los perdió en Sarajevo
y yo le puse unos pequeños
de un soldado de plomo
de la primera guerra mundial.
Me pertenece
porque no tenía corazón
se lo destrozaron
en la Plaza de Mayo,
y yo le presté el mío.
(Verónica Pedemonte, Voces del Extremo, Poesía y conflicto. Fundación Juan Ramón Jiménez, Moguer, Huelva, 2001)
DAVID GONZÁLEZ
cinto de piel
billetera de piel
botas de piel
estoy
luego te haré
CARLOS EDMUNDO DE ORY
MARTÍN LUCÍA
Simplemente avanzamos en silencio
entre multitudes
por entre el polvo en suspensión del aire.
A lo más, protegemos con disimulo nuestro pecho
mientras intuimos que vienen a por nosotros.
Todo en silencio. Sin despertar sospecha.
Bebemos whisky o ron con cola.
Planeamos viajes que, como tú, no realizaremos.
Pero todo en silencio y, a lo más, protegiendo el pecho
disimuladamente.
Sin despertar sospecha ajena.
Disimuladamente.
Porque somos los desperfectos y estamos llenos
de daños.
Somos los desperfectos y ya no soñamos
que poema alguno nos libere. Tú tampoco.
Por eso callamos,
mientras intuimos que vienen a por nosotros.
Los chicos de la calle, abandonados los trompos,
los grillos y los rabos de lagartija,
nos saludan
y tampoco saben nada.
MARCELINE DESBORDES-VALMORE
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El infierno está aquí! El otro no me asusta.
Empero, el purgatorio mi corazón disgusta.
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De él me han hablado mucho y su nombre funesto
en mi corazón débil ha encontrado su puesto.
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Cuando la ola de días va agostando mi flor,
el purgatorio veo al perder el color.
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¡Si es cierto lo que dicen, es preciso ir allí,
Dios de toda existencia, para llegar a ti!
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Allí habrá que bajar, sin más luna ni luz
que el peso del temor y del amor la cruz.
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Para oír cómo gimen las almas condenadas
sin poderles decir “¡Estáis ya perdonadas!”
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¡Dolor de los dolores; no poder agotar
los sollozos que intentan por doquiera brotar!
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De noche tropezar en celdas intranquilas
que ningún alba tiñe con sus claras pupilas.
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Ni poder decir al Señor incomprendido:
“¡Ay, Salvador de mi alma!, ¿es que aún no has venido?”
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Me escondo; tengo miedo de tener miedo y frío,
como el ave caída teme por su albedrío.
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A un recuerdo mis brazos vuelvo a abrir tristemente,
y mi alma más cercana el purgatorio siente.
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Sueño que estoy en él, tras la muerte llevada,
como una esclava indócil, al fin de la jornada,
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cubriendo con las manos el semblante abatido,
pisando el corazón, por tierra malherido.
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Allí voy; precediéndome, mi llegada proclamo
y no oso desear nada de lo que amo.
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Y este corazón mío no tendrá más dulzura
que los lejanos ecos de su antigua ventura.
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Cielos, ¿adónde iré
sin pies para huir?
¿Adónde llamaré
sin llave para abrir?
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Mientras el fallo eterno rechace mi plegaria
no arderá ante mis ojos ninguna luminaria.
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No he de ver más escenas mundanas y horrorosas
que abatan mis humildes miradas dolorosas.
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¡No gozaré del sol! ¿Por qué?... La luz querida
para el mal en la tierra, empero, está encendida.
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Ve el culpable que a la horca su delito conduce
el saludo del orbe que se divierte y luce.
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¡En los aires no hay pájaros! ¡No hay fuego en el hogar!
¡Y ni un Ave María reza el aura al pasar!
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Para el junco del lago no hay un soplo viviente
ni aire para que exista un átomo viviente.
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Ni el zumo de las frutas que ofrecen su frescura
al ingrato, tendré en mi sed y calentura.
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Del corazón ausente que me hará padecer
acumularé el llanto que no puedo verter.
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Cielos, ¿adónde iré
sin pies para huir?
¿Adónde llamaré
sin llave para abrir?
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¡No más recuerdos de esos que me embargan de llanto
tan vivos, que viviera yo siempre de su encanto!
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¡No más familia dulce, sentada en el umbral
que bendice cantando el sueño patriarcal!
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¡Ni más voz adorada, cuya gracia invencible
hasta la Nada absurda tornaría sensible!
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No más libros divinos desde el cielo exfoliados,
conciertos para el alma por la vista escuchados.
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Y no osando morir tampoco oso vivir
ni buscar en la muerte quién me ha de redimir.
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¿Por qué hay sobre las cunas, padres, la flor de un hijo
si al árbol y al arbusto siempre el cielo maldijo?
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Cielos, ¿adónde iré
sin pies para huir?
¿Adónde llamaré
sin llave para abrir?
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¡Bajo la cruz se inclina el alma prosternada,
del dolor de nacer con morir castigada!
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Mas no tengo en la muerte si me siento expirar
ni una lejana voz que aconseje esperar.
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¡Si en el cielo apagado alguna estrella pálida
esta melancolía besara con luz cálida!
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¡Si bajo las sombrías bóvedas del horror
viera cómo me ven dos ojos con amor!
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¡Ay, sería mi madre, intrépida y bendita,
que bajaría a ver a su hija precita!
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¡Sí; mi madre podría al Dios justo ablandar
y ella me sacaría del horrible lugar!
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De la esperanza joven alzara el fuerte viento
al fruto derribado por tanto sufrimiento.
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Sentiría sus brazos, dulces, fuertes y hermosos,
arrastrarme, abrazada con ímpetus briosos.
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El aire auxiliaría a mis alas nacientes
como a las golondrinas libres e independientes.
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Huiría para siempre, pues mi madre al partir
viva me llevaría hacia lo porvenir.
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Mas antes de pasar las mortales fronteras
otras almas quisiéramos tener por compañeras.
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Y en aquel campo fúnebre en que dejaba flores
y el aroma que exhalan los llantos de dolores
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caeríamos, solícitas, entusiastas y ardientes,
gritando “¡Acompañadnos!” a las almas dolientes.
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“¿Venís hacia el estío en que ha de retoñar
el amor en que no hay que morir ni llorar?
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¡Con Dios y sus palomas venid en santos vuelos!
¡Dejad vuestros sudarios; no hay tumbas en los cielos!
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¡El sepulcro está roto por la eterna pasión!
¡Mi madre nos concibe en la eterna mansión!”
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(Traducción de Mauricio Bacarisse, 1921. En Los poetas malditos, Paul Verlaine, edición de Roberto Pérez, Bilbao, Muelle de Uribitarte Editores, S.L., 2000)
HAROLD ALVA VIALE
JAVIER GATO
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Entre el choque de los vasos de whisky,
las risotadas degradadas con éxtasis,
el acoso de luces y flashes en la bruma,
entre el roce lascivo de bultos y curvas
el rictus fúnebre, implacable,
de Lourdes.
Por encima de la música ensordecedora
me llegan los alaridos del silencio de Lourdes,
toda labios sucios de carmín agrio.
Verla observándolo todo desde la barra
con ojos de vodka
es ver que al fin y al cabo
el hombre es un ser
para la muerte.
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(Extraído del blog Las afinidades electivas)
JULIO CÉSAR JIMÉNEZ
CARLOS OLIVA VALENZUELA
ANTONIO AGUILAR
BESOS
MANUEL VILAS
(Manuel Vilas, Calor, Madrid, Visor, 2008)
CARLOS PARDO
NADIE PREGUNTA quién pero nosotros,
JAVIER CARNICER
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Una cura de sueño siempre a mano.
Un somnífero que pueda programarse a nuestro antojo.
Y soñar cuando queramos, cuando necesitemos.
Y abrir de nuevo la ventana que da al mundo.
Más cerca de la nube que del charco.
Sin mirarnos por encima, sin lanzarnos al vacío.
(Javier Carnicer, Estuche de lijas/ Capsa d´escats, Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona, Servei de Publicacions, 2008)
KARMELO C. IRIBARREN
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Se acaba de encender
una ventana
en el edificio de enfrente.
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Ha sido como un breve fogonazo,
como un pequeño flash.
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Un niño de meses
—piensas—,
o la próstata de un viejo,
o algún insomne aburrido como tú,
o alguien que llega demasiado alegre...
Por último
se abre paso
la llamada de teléfono, esa
que parte siempre la madrugada
en dos,
y a veces la vida también.
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(Karmelo C. Iribarren, Atravesando la noche, Huacanamo, 2009)
GÉRARD DE NERVAL
Yo soy el Tenebroso, -el viudo-, el Sin Consuelo,
Principe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única estrella ha muerto, y mi laúd constelado
lleva en sí el negro sol de la Melancolía.
-
En la Tumba nocturna, Tú que me has consolado,
devuélveme el Pausílipo y el mar de Italia, aquella
flor que tanto gustaba a mi alma desolada,
y la parra do el Pámpano a la Rosa se alía.
-
¿Soy Amor o soy Febo? Soy Lusignan o ¿Biron?
Mi frente aún enrojece del beso de la Reina;
he soñado en la Gruta do nada la Sirena…
-
He, doble vencedor, traspuesto el Aqueronte:
Modulando unas veces en la lira de Orfeo
suspiros de la Santa y, otras, gritos del Hada.
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(Gèrard de Nerval, El desdichado, versión de Aníbal Núñez)
DANIEL SANCET CUETO
(Daniel Sancet Cueto, Celesto de Calabrez, soy yo, Impresiones Quiméricas, 2009)
DANIEL RABANAQUE
(Daniel Rabanaque, Vaho en el cristal, Point de Lunettes, 2005)
VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ
LOS PASOS
...... ...................................................Fernando Pessoa
Arriba se oyen pasos. En el sótano, en la galería, en el desván, en toda la casa se oyen pasos: un ligero arrastrar de pies, deslizarse a lo largo de los tabiques, en las paredes, bajo la tarima y en los techos. Pasos de animales, de obsesiones, de merodeadores o insectos, pero pasos: inequívocos e irregulares pasos en el interior de la casa. No lo parecen, a veces, como un susurro o un silbido en los tabiques, algo acuoso, una corriente de aire o el agua en la tubería, quizás, porque las casas viejas, los caserones de pueblo están llenos de extraños ruidos, inmemoriales vigas que crujen, que crepitan, ratas en el sótano y en el desván, polillas, arañas e infatigables termitas. Es el pulso, la respiración, la vida interior de la casa, compuesta por cientos de diminutas criaturas, pequeños e inquietos corazones latiendo al compás del reloj de pared que monótono, obsesivo, desgrana en el salón las horas. Pero a veces, en ocasiones, ciertas noches se despierta uno súbitamente y escucha sobrecogido esos nítidos pasos que resuenan por encima del tic tac del reloj de pared y que en nada se parecen a la habitual pulsión de la casa, pasos en las paredes, de abajo a arriba y de arriba a abajo, sobre el techo, irregulares pasos que parecen avanzar hacia ti, acercarse pausadamente a ti, y que se detienen sobre tu cabeza, justo encima, o en el tabique que roza la cama, a escasos centímetros de tu cuerpo, para escuchar tu respiración jadeante y nerviosa, entrecortada, y el acelerado fluir de la sangre en tus venas... O se acompañan, los pasos, de otros ruidos, cuerpos que se deslizan, que se arrastran, que reptan, y arañazos estridentes en la pared... Ratas corriendo, tal vez, o polillas que incuban en la oscuridad sus huevos... Cualquier cosa puede ser en estos caserones de pueblo, con cámaras de aire vacías, aislantes, entre los tabiques interiores y los gruesos muros de adobe que delimitan el exterior. Cualquier cosa: gatas maullando como bebés sobre el tejado o murciélagos batiendo sus alas membranosas en la cuadra. Pero uno tiende siempre a pensar lo peor cuando en las noches de insomnio escucha esos pasos, ratas, merodeadores o insectos acechando tras los tabiques, esperando no se sabe qué ni por qué... Tiende uno siempre a pensar lo peor porque el insomnio es así, dado a fantasmagorías, creador infatigable de monstruos... Ratas corriendo, quizás, o cualquier otra cosa.... niños encerrados, emparedados, llorando... manos amputadas que se abren camino... Delirios nocturnos, por supuesto, divagaciones de una mente agotada, necesitada de descanso y sueño, porque a decir verdad no pueden ser más que ratones, los causantes, ratas o ratones y sus crías, probablemente cientos, que se deslizan y arrastran por esas cámaras de aire a las que no existe acceso. Habría que derribar alguna pared interior para cerciorarnos de lo que allí pueda haber. Claro que entonces habría que estar preparados, habría que tener calculado y previsto de qué manera proceder, cómo enfrentarse a ellas, las ratas, si es que en el mejor de los casos son realmente ratas lo que se agita tras la pared. Podríamos utilizar entonces gatos, cepos, venenos durante unos días, limpiar las cámaras en cuestión y volver a levantar luego el tabique... Podríamos entonces serenarnos, podríamos dormir al fin tranquilos... Sólo que a veces, por las noches, no parecen de ratones ni ratas, esos pasos, sino de algo más grande y pesado, pasos humanos, diría yo, si no fuera porque sé que nadie puede entrar ahí, ni por el tejado ni por el sótano ni por el desván se puede acceder a esas cámaras, de unos treinta centímetros de anchura, cuya única finalidad es proteger el interior del frío... Cámaras vacías, inhabitables, selladas... Sólo pueden ser por tanto insectos o en todo caso ratas, las causantes, y sin embargo a veces esos pasos parecen humanos, pasos de alguien aprisionado, comprimido, que se arrastra lentamente y se dirige vacilante hacia nuestra habitación, recorre ominosamente la casa hacia nuestro dormitorio y allí se detiene, junto a nuestra cama, al otro lado, y nos escucha y araña insistentemente la pared... Parecen pasos humanos y sin embargo nadie puede entrar ahí, nadie puede sobrevivir ahí encerrado por más que yo me empeñe en razonar lo contrario... Es la inteligencia, la coordinación, la dirección de esos pasos lo que en realidad me inquieta: por qué hacia nuestra habitación, por qué siempre de noche, por qué invariablemente ese destino... Las ratas, creo, no se comportan así. Aunque a decir verdad, tampoco los merodeadores se comportan así... Nadie se comporta así, pero yo sigo escuchando esos pasos... Por la noche, cuando mi mujer duerme, se dirigen lentamente hacia nuestro dormitorio y allí se detienen, alguien o algo nos controla, acecha, nos vigila desde el otro lado y no sé para qué ni por qué... Claro que eso a ella no se lo puedo decir, esta vez no, porque entonces sobrevendría de nuevo el terror, nos dominaría seguramente el pánico y tendríamos que cambiar de vivienda otra vez... Una vez más tendríamos que mudarnos de casa y seguramente en la próxima nos pasara lo mismo, empezaríamos cualquier día a escuchar ruidos, pasos tal vez, y poco a poco todo se poblaría de sombras, se tornaría siniestro, extraño, hostil... Quizás los ruidos, los merodeadores, los pasos estén dentro de mí, en lo profundo, al interior, y sea yo el que al fin y al cabo se los haga escuchar a ella, pasos y ruidos que no existen y que sólo nosotros dos escuchamos... Quizá esta vez sean sólo ratas, las causantes, y pura y simple sugestión, sobreexcitación, cansancio, fatiga... Sólo eso. Así que no debemos precipitarnos, tampoco, mejor considerar esos ruidos simples ruidos y esos pasos simples pasos, ratas corriendo tal vez, en lugar de sacar de quicio las cosas y forzar de nuevo otro traslado...
No puede uno cambiar de vivienda sólo por eso y pese a todo nosotros lo hemos hecho ya, hemos cambiado de casa por escuchar susurros, pasos, ruidos, y por sentirnos dentro asfixiados, descorazonados, vacíos... Pero no siempre se puede seguir así, no siempre se puede cambiar de vivienda, mudarse sólo por escuchar ruidos, a algún sitio alguna vez hay que llegar... Mejor quedarse, no decir nada, no hablar del tema y esperar. Porque no obstante es pese a todo muy probable que sean solamente ratas, las culpables, y abriendo algún tabique, el de nuestra habitación tal vez, podamos terminar con ellas, eliminarlas, zanjar el asunto, y podamos asimismo serenarnos, relajarnos y dormir al fin tranquilos...
MOHAMED AHMED BENNIS
Llevo mi tumba
y me infiltro ,disfrazado, en la vida.
No hay nadie aquí
excepto los restos de un cielo
y unos cuervos graznando
sobre el cadáver de un poeta .
Descanso un poco
y luego busco un lobo mítico
que me presta su cara
para entrevistar a una mujer
bajo un árbol blanco,
más bien
busco huesos
de unos hombres ahogados
en un lugar en la noche .
Maldigo mi alma
que no me encerró
dentro de un ciego útero.
Veo mi mano lamiendo
una estrella
fluyendo sobre mi frente.
Despacio
nadie no recogió mis dedos
para decorar
mi morada
de cualquier blancura .
(Traducción del árabe por Mohamed Ahmed Bennis. Revisión por Salvador Álvarez Ledezma.)
WILLIAMS BURROUGHS
ORACIÓN DEL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS
Para John Dillinger
con la esperanza de que siga vivo.
28 de noviembre de 1986. Día de acción de gracias.
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Gracias por el pavo silvestre y las palomas comunes destinadas
…………..a convertirse en excremento en los intestinos de América,
gracias por un continente para despojar y envenenar,
gracias por los indios que apenas ofrecieron batalla y peligro,
gracias por las vastas manadas de bisontes para matar y despellejar,
…………..abandonando a la podredumbre el cadaver,
gracias por las recompensas a los lobos y coyotes,
gracias por el SUEÑO AMERICANO que vulgariza y falsifica hasta
…………..que brillan las mentiras desnudas,
gracias por el KKK, por los leguyelos asesinos de negros que hacen muescas,
…………..por las damas decentes de rostros retorcidos y malos y amargos
…………..y malvados que van a la iglesia,
gracias por las calcomanías de “mata a un puto por Cristo”,
gracias por el laboratorio SIDA,
gracias por la ley seca y la guerra contra las drogas,
gracias por un país en que a nadie se le permite ocuparse de sus propios asuntos,
gracias por una nación de chismosos, sí, gracias por todos los recuerdos, … hecho,
…………..déjame ver tus brazos, …sí, siempre fuiste un dolor de cabeza y un pesado,
gracias por esta enorme traición última al último y más grande de todos los sueños humanos.
For John Dillinger
In hope he is still alive
Thanksgiving Day, November 28, 1986
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Thanks for the wild turkey and the Passenger Pigeons,
destined to be shit out through wholesome American guts
thanks for a Continent to despoil and poison
thanks for Indians to provide a modicum of challenge and danger
thanks for vast herds of bison to kill and skin, leaving the carcass to rot
thanks for bounties on wolves and coyotes
thanks for the AMERICAN DREAM to vulgarize and falsify until the bare lies shine through
thanks for the KKK, for nigger-killing lawmen feeling their notches,
for decent church-going women with their mean, pinched, bitter, evil faces
thanks for “Kill a Queer for Christ” stickers
thanks for laboratory AIDS
thanks for Prohibition and the War Against Drugs
thanks for a country where nobody is allowed to mind his own business
thanks for a nation of finks — yes, thanks for all the memories… all right,
let’s see your arms… you always were a headache and you always were a bore
thanks for the last and greatest betrayal of the last and greatest of human dreams.
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(Traducción de Carlos Ferrero Martín)
ENRIQUE CABEZÓN
DIOS CABALGA LOS LOMOS DE LAS MUCHACHAS
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se nos echó encima la edad
y seguimos aquí
inermes buscando la función del héroe
e interrogándonos por lo obtuso del motivo
por la náusea repentina
la ciudad testigo nos mira
y acoge
y desprecia
y mira otra vez
robamos pequeñas imágenes
para los huecos grises por llenar
.
(Enrique Cabezón, Dios cabalga los lomos de las muchachas, El árbol/Espiral Béjar, 2005)
IAN CURTIS
ANTONIO MARÍN ALBALATE
Pregunté al mar si podía comérmelo,
y el mar me dijo que podía.
.................................Gregory Corso
Blandamente, bajo la sombra
De un mar sin aristas,
Los ahogados duermen.
(Antonio Marín Albalate, Hasta encontrarme a mí, Estío Libros. Miranda de Ebro, Burgos, 1996)
IDEA VILARIÑO
CHARLES BAUDELAIRE
-
À J.G.F.
-
Je te frapperai sans colère
Et sans haine, comme un boucher,
Comme Moïse le rocher!
Et je ferai de ta paupière,
.
Pour abreuver mon Saharah,
Jaillir les eaux de la souffrance.
Mon désir gonflé d’espérance
Sur tes pleurs salés nagera
-
Comme un vaisseau qui prend le large,
Et dans mon coeur qu’ils soûleront
Tes chers sanglots retentiront
Comme un tambour qui bat la charge!
-
Ne suis-je pas un faux accord
Dans la divine symphonie,
Grâce à la vorace Ironie
Qui me secoue et qui me mord?
-
Elle est dans ma voix, la criarde!
C’est tout mon sang ce poison noir!
Je suis le sinistre miroir
Où la mégère se regarde.
-
Je suis la plaie et le couteau!
Je suis le soufflet et la joue!
Je suis les membres et la roue,
Et la victime et le bourreau!
-
Je suis de mon coeur le vampire,
– Un de ces grands abandonnés
Au rire éternel condamnés,
Et qui ne peuvent plus sourire!
-.
.
El Heotontimorumenos
-
Para J.G.F.
-
Yo te golpearé sin cólera
Y sin odio, como un leñador,
¡Como Moisés la roca!
Y haré de tus párpados,
-
Para abrevar mi Sahara,
Brotar las aguas del sufrimiento.
Mi deseo preñado de esperanza
Sobre tus lágrimas saladas flotará
-
Como un navío que zarpa,
Y en mi corazón que embriagarán
¡Tus queridos sollozos resonarán
Como un tambor que bate a la carga!
-
¿No soy yo un falso acorde
En la divina sinfonía,
Gracias a la voraz Ironía
Que me sacude y me muerde?
-
¡Ella está en mi garganta, la grita!
¡Es toda mi sangre, este veneno negro!
¡Yo soy el siniestro espejo
Donde la furia se contempla!
-
¡Yo soy la herida y el cuchillo!
¡Yo soy la bofetada y la mejilla!
¡Yo soy los miembros y la rueda,
Y la víctima y el verdugo!
-
Yo soy de mí corazón el vampiro,
—Uno de esos grandes abandonados
A la risa eterna condenados,
¡Y que no pueden más sonreír!
.
(Charles Baudelaire, Las flores del mal, traducción de Vicente J. Morales)
MARCELO SOSA
EVA VAZ
Voy asistiendo a tu entierro
Y es que asisto a la certeza siniestra
En este mundo estás muy huérfano.
Y es que prefiero obviar
Y me pregunto quién quieres ser
Si te convertiste en un hombre de corcho
Nunca supiste cuánto te amé
Y ahora, ahora,
GONZALO ESCARPA
VICENTE LUIS MORA
Un poema de MESTER DE CIBERVÍA
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Tantas horas delante de las teclas
que dudo ya de cuándo estoy despierto
en sueños la navego naufragando
en datos estadísticas sistemas
anuncios fotos discos grabaciones
el mundo se recicla y se comprime
Dios es el chip que vela por la Vía
el opio del planeta panacea
para el dolor pensante de cabeza
teniéndote Internet nada es preciso
las drogas no hacen falta para qué
si ya no hay realidad de que escapar
..
(Vicente Luis Mora, Mester de cibervía, Pre-Textos, 2000)
RAÚL BARÓN BIZA
Camas de hoteles... Su presencia cuánta tragedia encierra!
Pertenecen a una casta, inferior entre el gremio de las camas... Son comparadas como las prostitutas a las mujeres honestas. Todo el que paga, puede hacer uso de ellas, y ellas saben, como las rameras, ofrecer su carne cansada, sus pechos fofos, su vientre sin curva y sin calor.
Así como la mujer de la vida cumple con su deber de amoldarse al que la alquila, así también ellas tienen que deformar sus hendiduras para adaptarse al cuerpo que reciben; y su existencia, en el comienzo y en el fin, es idéntica a la de las meretrices y los caballos: ambos se inician entre el lujo del lupanar privado o del Stud en boga, para luego terminar gimiendo en el ángulo triste de una sala de hospital; de caballo lleno de costurones y estopa en las arenas de la plaza, que solo sirve luego para fortalecer las médulas de las hienas y los buitres que esperan tras las rejas de los Zoológicos, quién sabe qué soñada liberación. Las camas saben también que así como el primer día las destinaron a la mejor habitación del hotel, más tarde, cuando el cansancio las oprima, será su destino el último rincón donde sólo se alberga "el pasajero sin documentos y sin baño”, el hombre gris cuya vida no tiene pasado ni futuro y que apenas alcanza a ser un punto inútil en el tablero del presente, el huésped dudoso, el sin valijas, el hambriento con sueño, el perdido, el que las pagará la primera noche para, si puede, entramparlas la segunda...
La prostituta con o sin patente y la cama de hotel, escuchan silenciosas, inconcientes, hastiadas, gemidos, rebeliones, promesas de redención, juramentos de amor y proyectos de crimen... Ambas oyeron el canto y el sollozo de la vida, el lamento de la miseria y el espasmo del placer, el estupor y la simulación.
¡Destino triste el de las pobres camitas de hotel! Condenadas a no tener dueño y a oír siempre la misma queja de todas las bocas, la recordación continua que de su otra hermana "la honesta" hace el que a su paso se refugia sobre sus muelles, el suplicio eterno de saberse inferior a "la otra" que forma parte de un hogar y que recibe diariamente la bendición de los eternamente enamorados que en ella duermen, mientras sobre el tálamo común de sus sábanas rotas, ella sabe que sólo caerá el escupitajo asqueante de un borracho, la miseria de un vencido o el pus de lacras incurables.
Cama de hotel, yo creo que tú tienes un alma y por eso pienso que cuando te quiebras en un crujido... te suicidas!
KOSTAS KARYOTAKIS
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En la entrada dan un giro a la llave,
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos de la morada.
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La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,
la solitud de tan vastos parajes pobres.
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Se quedan frente a la ventana, lejos, mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante,
ven como los marmolistas siguen el sol martilleando
que quiere bajar al poniente para siempre.
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Todo ha llegado al fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota
por aquel que llorará leyéndola rotunda.
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Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar.
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( Kostas Karyotakis, Elegías y Sátiras, 1927)